Frente a un proyecto de reforma constitucional cuyas intenciones para algunos aún resultan “indescifrables”, la oposición se agrupa en un arco tan amplio como contradictorio que va desde quienes adversan la posibilidad de que se avance hacia un régimen socialista -como en efecto lo establece el texto en cuestión- a quienes denuncian que, de aprobarse, “en nombre del socialismo, la globalización de tragará el país”. Es esta última perspectiva la que ha tenido menos difusión, al menos por los medios de comunicación tradicionales. Sin embargo, en importantes sitios de Internet afectos al proyecto bolivariano (aporrea.org, soberanía.org y rebelión.org), ésta cobra cada vez más fuerza. Tanto que, incluso, se ha hecho evidente allí el reclamo relacionado con las barreras que ponen los medios del Estado para divulgarla. Entre los actores políticos que manifiestan este punto de vista se cuenta el Movimiento Tercer Camino (MTC) agrupación que participó por largos años en los planes conspirativos que desembocaron el golpe de estado del cuatro de febrero (4-F). Con uno de sus voceros, Francisco Prada Barazarte, conversamos este fin de semana Trujillo durante la inauguración de la IX Bienal de Arte Popular “Salvador Valero”.
¿Por qué se oponen a la Reforma?
Porque la reforma lesiona, como jamás se había planteado antes, los intereses del país en términos de soberanía. Con ella se le da rango constitucional al modelo que hoy, en plena globalización, establecen los monopolios transnacionales para relacionarse con nuestros países: hablamos de las empresas mixtas.
Según Prada, bajo la figura de las empresas mixtas se transforman en socias, en propietarias del petróleo, a compañías extranjeras que antes prestaban un servicio por el cual recibían un pago, sin que tuvieran derechos sobre el crudo que extraían.
Esta entrega del país, de los recursos del país -agrega- resulta incomprensible sobre todo si recordamos que Hugo Chávez, cuando andaba en campaña, firmó con nosotros, acompañándonos a nosotros, una demanda de nulidad de la apertura petrolera. “La figura de las empresas mixtas es algo peor que la apertura”, ¿cómo explicar esto?, se pregunta. “A nuestro modo de ver, en nombre del socialismo se está permitiendo que la globalización se trague al país”.
¿Del socialismo?
Sí, del socialismo. Pero habría que preguntarse de cuál socialismo. Antes teníamos una referencia, pero hoy en ese campo han entrado los rusos, los chinos… Dolorosamente hay que decirlo: la reforma pone en juego la entrega de la soberanía.
Permítame una perplejidad. ¿Cómo entender esto si el mismo Presidente se muestra abiertamente crítico de la globalización y como un feroz enemigo del imperio?
Le voy a responder de una manera simple. La palabra es la conducta. Mucha gente nuestra está en cargos de gobierno. Gente honesta que prefiero no nombrar, pero que conocemos bien. Sabemos que no forman parte de esa comparsa que ha llegado allí para enriquecerse. Ellos hacen un esfuerzo por agruparse, por ir al encuentro de quienes de verdad quieren un cambio, pero permanentemente son torpedeados, desplazados por el grupo que, de verdad, está ejerciendo el poder.
¿Quiere decir usted que Chávez es un títere?
La cultura política nuestra tiende siempre a exculpar al líder, a decir no, él no sabía. Y eso no es así. Chávez es responsable.
Cuando a finales de 1998 el triunfo de Hugo Chávez era casi un hecho consumado, una periodista –si la memoria no nos traiciona, Argelia Ríos en el diario El Universal– asomó una tesis que hoy, luego de escucharlo, luce no tan descabalada como una década atrás. La conjetura de Ríos apuntaba a que si Chávez no hubiera existido el imperio hubiera tenido que crearlo, pues gracias a su arraigo en el corazón de los venezolanos más pobres, era el único que podía, con un discurso de izquierda que aquietaba y esperanzaba a las fuerzas populares en rebelión, implantar un régimen más liberal incluso que el que se denunciaba. Su compañero Douglas Bravo abonó algo a esa tesis hace poco, en una entrevista que le concediera a Alberto Garrido en la que afirmó: “Chávez es el hombre que más garantiza la paz social, pero para la entrega. Si Acción Democrática estuviera gobernando hoy y firmaba esas concesiones petroleras ya habría una rebelión”. ¿Qué piensa usted?
Yo no me atrevería a afirmar que Chávez es un constructo del imperio, pero bueno, uno nunca sabe. Después de nueve años de gobierno se hubiera esperado otra conducta. Estas no son cosas fáciles de entender. Algunos hablan de fatalismo geopolítico, dicen que las cosas no pueden ser de otra manera, que estamos entrampados, que un país no lo gobierna el gobierno sino los poderes fácticos y que hay que ir avanzando poco a poco. Ciertamente, Chávez ha tenido y tiene la opción de avanzar en un sentido progresista, pero contradictoriamente, a pesar del verbo, se hunde más en el tremedal. Con el petróleo sucede lo mismo que con los indígenas. Ley, ministro, presupuesto…pero ¿y los territorios? Los indígenas siguen desplazados. Chávez les pidió el voto asumiendo sus consignas, pero no ha hecho nada. Hoy están peor. ¿De qué vale cambiar el “Día del Descubrimiento” por el “Día de la Resistencia Indígena”?
Francisco Prada comandó un frente guerrillero de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), pasó buena parte de su vida en la clandestinidad y también ha estado preso. De esas duras épocas recuerda una sensación poco grata: la sed. Quizá por ello se refiere a esta "revolución" como un espejismo.
“Cuando tú tienes sed, necesidad de beber, de encontrar agua, comienzas a imaginarte los oasis. Los ves cerca y la ilusión te hace avanzar. Aunque te desilusiones y no consigas nada, sigues. No desmayas”.
¿Qué quiere decir?
Esta situación no se va a prolongar indefinidamente porque llega un momento en que se hace insostenible, inaguantable. Los pueblos terminan por conseguir la manera. Chávez aparece oportunamente. Oportunamente para la continuidad del estatus, por ello agita la bandera del socialismo y propone la creación del Partido Unido Socialista de Venezuela (PSUV).
¿Para la construcción del socialismo?
No, no. Con el PSUV lo que se busca es amainar las luchas sociales. Ejercer la verticalidad del mando cuando se imponga una eventual represión de la protesta popular. Porque, independientemente de lo que se diga, hay quejas, protestas, la gente siente los efectos de la globalización…
¿Y la reforma? ¿Qué se pretende con ella según su criterio?
Darle rango constitucional a la entrega de la soberanía, preparar el terreno para la contención de las protestas a través de la burocratización del movimiento popular y además, con la eliminación del derecho a la información durante los estados de excepción, que el pueblo quede desprotegido, indefenso.
¿En qué se distingue el NO del MTC al del llamado bloque opositor?
La oposición de derecha coincide en la política que ha venido desarrollando Chávez. Su problema no es por el fondo, sino por el usufructo. La burguesía tradicional ha sido desplazada y ya no tiene acceso a las fuentes de riqueza del Estado, por eso se opone. El Movimiento Tercer Camino rechaza la reforma porque ésta garantiza la entrega del país y porque, además, crea un ordenamiento jurídico dirigido a forzar la paz mediante la represión.
Raisa Urribarrí, Diario de Los Andes (19-11-07)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario