25 de septiembre de 2014

16 de mayo de 2014

El silencio de los desconectados



“Para los conectados, el resto del mundo tiene Internet”. Con esta agria sentencia  comienza un post de la bloguera cubana Elaine Díaz con el cual, no lo dudo, le resultaría fácil identificarse al 55% de la población venezolana sin acceso a la red…si pudiera participar en las discusiones que, en su nombre, se libran en diversos escenarios.
En los últimos meses, debido a las protestas ocurridas en el país, las cuales –como resultado del control y la censura oficiales–   han sido silenciadas por la mayoría de los medios, comienza a tomar fuerza la idea de que los ciudadanos y las audiencias se han deslizado a la red para expresarse, informar e informarse sobre lo que sucede.  En nuestro criterio, aunque en ello haya bastante de verdad , eso no es del todo cierto.  Según la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), la penetración de Internet alcanza casi el 45% de la población, pero este porcentaje de usuarios no está distribuido equitativamente a lo largo y ancho del país.
Si bien en el Distrito Capital y el estado Miranda los conectados superan el 90%, en estados como Trujillo, por mencionar uno, no llegan al 25%. Aún más: en la zona alta de la parroquia Juan Ignacio Montilla de Valera, un grupo de ciudadanos puede tener acceso a un servicio de banda ancha de 10Mbps (prestado por la empresa Inter); mientras que en la parroquia San Luis, de la misma ciudad, la gente aún accede a través de conexiones discadas (Cantv). Consulta aquí un mapa interactivo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y presta atención a los dos puntos azules, ambos en Caracas. 
En la actualidad, la censura no solo tiene que ver con las presiones del gobierno sobre los medios (incluidos los digitales),  sino con nuevas formas de discriminación –como la brecha digital– mucho más dinámicas y complejas de comprender. ¿Las estamos estudiando con propiedad? ¿O estamos, como suele suceder, haciendo más énfasis en lo más evidente y que genera más ruido? [Demasiada luz encandila].
En Venezuela el acceso y, por ende, la libertad de expresión en la red no solo se ven coartados a través de disposiciones arbitrarias e ilegales como las de la Conatel, que ordenó a los proveedores de servicio de Internet (y ellos aceptaron) el bloqueo de más de 500 sitios web; o mediante el acoso o la censura a periodistas y ciberciudadanos,  sino a través de mecanismos más sutiles, pero prácticamente “invisibles”, como el control de la infraestructura de telecomunicaciones.

 El “ecosistema internet” puede ser representado, como lo propone Daniel Pimienta, con la forma de una pirámide en cuya base descansa la infraestructura (la red de transporte: cables, satélites, fibra óptica, etc.) sobre la cual se alza la infoestructura  (los diversos servicios: correo, video, redes sociales). Los contenidos (o la infocultura) son las piezas de información que circulan entre los usuarios;  vale decir, la punta del iceberg, lo único que una persona no familiarizada con estos temas puede ver a simple vista.
En nuestra opinión, en Venezuela el control de la red se efectúa y comienza por la base, vale decir, por la infraestructura, y a través de dos mecanismos: El financiero, mediante la restricción a las empresas privadas de las divisas necesarias para sus inversiones (asignación y repatriación); y el normativo, vía la promulgación de leyes, como la de Telecomunicaciones y la  de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos (ResorteMe), ambas reformadas en diciembre del año 2010.
Las tres “C”: Cencoex, Cantv, Conatel
En Venezuela, el Estado (hoy lamentablemente cooptado por el gobierno) no solo es el propietario del operador principal de telecomunicaciones (la empresa Cantv, renacionalizada en el año 2007), a través del cual se producen cerca del 90% de las conexiones a Internet, sino que controla al ente que las regula (CONATEL[1]), y –algo para nada menor– también decide de manera unilateral sobre la asignación y repatriación de las divisas requeridas por las empresas privadas de telecomunicaciones (antes CADIVI, hoy CENCOEX).
¿En qué aspectos ha incidido este control?  Nos referiremos, por ahora, sólo a uno: la velocidad de acceso. En la actualidad, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina (Cepal),  se considera banda ancha aquella conexión que es igual o mayor a 4 Mbps. En Venezuela, la velocidad promedio  ronda los 1,5 Mbps  Sólo para comparar: El promedio latinoamericano es de 2.5 Kbps (va desde Ecuador, con 3.6 Mbps, hasta llegar a Bolivia, con 1 Mbps).  El “pico de velocidad” promedio latinoamericano es de 13.5 Mbps (Va desde Ecuador, que tiene 18.5 Mbps hasta llegar a Venezuela con  8.0 Mbps (Akamai, 2013).
Desde el año 2008 nuestro país ha venido bajando en los índices de preparación para el ingreso exitoso a la Sociedad de la Información. De acuerdo con  la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT, Informe 2013), pasamos del puesto 76 al 79 (157 países: Corea del sur en el tope, Níger en el fondo).  Las conexiones se han multiplicado, pero en la misma medida se han precarizado.
Las empresas privadas dejaron de vender planes superiores a 2Mbps. De las tres compañías de telefonía celular, solo una (Digitel) ofrece conexiones 4G y en un limitado número de localidades. Existe un parque de teléfonos inteligentes de aproximadamente 8 millones de aparatos, pero de éstos, según cálculos propios basados en las cifras de la Conatel y de la UIT, sólo un 7% se sirve de la banda ancha.
Un informe reciente de la Asociación Hispanoamericana de Centros de Investigación y empresas de Telecomunicaciones (Ahciet) vaticinó que, de acuerdo con las tendencias que se observan,  en el año 2020 Uruguay y Argentina igualarán a Europa, con el 75 por ciento de los hogares con banda ancha.  Chile llegará al 67 por ciento, México al 64 por ciento, Brasil al 63 por ciento y Venezuela al 54 por ciento. Hablamos de 2020 y ya –hoy–según la UIT,  más del 95% de los puestos de trabajo tienen o incluyen un factor de competencia digital.
En resumen: Nos estamos quedando atrás.  El acceso y el uso de Internet no es un lujo, es una prioridad, tal y como lo defendimos en la campaña InternetPrioritaria en el año 2009. En 2011 los relatores de libertad de expresión propusieron que se considerase un derecho humano, pues es puerta de entrada y garantía para el ejercicio de otros derechos, como los de expresión, educación y trabajo. Sabemos que la brecha digital es reflejo o consecuencia de la brecha económica y social y que, gracias a la velocidad con la que impactan las TIC todos los procesos, esta brecha no hará sino ampliarse cada día más. 

¿Qué hacer?  ¿Qué garantías debemos demandar al Estado?
No es posible plantear reclamos y demandas si no hemos comprendido de qué se trata este asunto. En ese sentido, toca, en primer lugar: Sensibilizar sobre estos temas para generar una masa crítica de usuarios.  ¿Cómo hacerlo?  ¿Por dónde empezar? Los jóvenes son la clave. 70% de los usuarios venezolanos de Internet son jóvenes. Esta investigación muestra que aquellos entre 18-29 años son el grupo más dispuesto a defender la apertura del entorno digital.
Internet es una puerta de entrada a la diversidad y una palanca para el desarrollo. Sin embargo, hacer que esté disponible para todo el mundo es sólo posible a través la formulación y desarrollo de políticas públicas producto del debate social. ¿Lo estamos dando? Me temo que no.  No creo equivocarme al decir que sobre esto hablamos mucho, pero todavía muy pocos…precisamente, los conectados.


[1] La Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL) es el ente responsable de administrar, regular y controlar el uso de los recursos limitados utilizados en las telecomunicaciones y medios de comunicación audiovisuales. En la letra es un instituto con autonomía técnica, financiera, organizativa y administrativa, pero es dependiente del poder ejecutivo. Sus cinco directivos son de libre nombramiento y remoción por parte del Presidente de la República. El Directorio de Responsabilidad Social, otra instancia reguladora prevista en la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos, es presidido por el Director General de CONATEL e integrado por once miembros, de los cuales siete son representantes de organismos estatales.

15 de mayo de 2014

No estamos para discusiones sublimes

El próximo sábado se celebra el  Día de Internet y, como siempre que pienso en estos temas, pienso también en José Gregorio (Cheo) Silva, protagonista clave en el desarrollo de Internet en la ULA, en Los Andes, y en el país, cuya pasión por la innovación y el cambio tecnológico fue la mecha que prendió en mí un interés que no cesa. Sólo dos preguntas, Cheo:

¿Cuáles son los temas cruciales sobre los cuales pensar hoy en relación a Internet en el ámbito global?


La Internet no es una moda más que llegó a la humanidad. Es un salto en nuestra evolución como especie. Es uno de los hitos significativos de nuestra historia  humana. Ha venido evolucionando y va a seguir evolucionando con nosotros: Inicialmente un proyecto de seguridad militar, luego un proyecto de desarrollo académico, luego un mecanismo flexible de información y comunicación de una masividad y  alcance global sin precedentes. La Web 2.0 permite que estemos y nos mantiene conectados, tiene valor por la participación y los contenidos  de la gente y, sin duda, cambia nuestros hábitos cotidianos e incide en nuestra evolución global.

Un aspecto interesante es el tema de la privacidad: Hay dos puntos allí, el primero es que el concepto de privacidad ha evolucionado y continuará evolucionando. La privacidad de los inmigrantes digitales no es la privacidad de los nativos digitales y por eso  muchas discusiones  están planteadas en mesas diferentes, que a veces son disjuntas.  

El segundo aspecto es la vulnerabilidad intrínseca de los mecanismos que usamos: nuestros datos se trasmiten por canales que podrían ser abiertos en ciertas condiciones y/o son guardados en los archivos de supercompañías a las que conscientes o inconscientemente le damos nuestra confianza, con todo lo que eso significa. Podemos elegir, en parte, donde depositamos nuestra confianza, pero siempre estaremos expuestos a riesgos.

En la evolución de la humanidad estamos obligados a desarrollar una conciencia de terrícolas. Algunos temas que hemos manejado como problemas de países sólo pueden ser resueltos globalmente: el hambre, la pobreza, la salud, la educación, el medio ambiente, la opresión política, la paz, el terrorismo, por mencionar algunos.  El papel de la Internet allí es y será clave. Pero no estamos cerca de resolver estos puntos. Todavía los abordamos de una forma que expresa más nuestras limitaciones de las viejas capacidades y valores que nuestras nuevas potencialidades humanas. Pero cada vez va a haber más personas conscientes delas restricciones que tenemos originadas en nuestra historia previa…
  
Con respecto a Venezuela ¿Cómo observas su evolución? ¿cuáles son los mayores desafíos?

 En Venezuela, tristemente, estamos complicados en nuestra participación dentro de estas reflexiones de hacia donde debemos dirigirnos como humanidad. Los temas de supervivencia física de nivel más elemental son para nosotros relevantes hoy, lamentablemente. Tenemos una agenda cotidiana ligada a la disponibilidad de los productos más básicos: alimentos elementales, productos de higiene, servicios públicos estándares, inseguridad...

De alguna forma, estamos ahora en medio de las discusiones que fueron pertinentes en la zona media del siglo pasado, el significado de los derechos civiles elementales,  la libertad de expresión,  la democracia, la libertad de reunión, etc. Obviamente no es el mejor ambiente para discusiones sublimes. 

En ese contexto es claro que si debemos defender los derechos a la vida digital ante amenaza s como el  blackout, la censura parcial o total, el control excesivo de las comunicaciones. Nos quejamos durante mucho tiempo de un monopolio y ahora tenemos otro.  Ya lo decía el poeta  alemán cuando expresaba sus temores ante el posible devenir histórico:  “La bota que pisa es siempre una bota/ Ya comprendéis lo que quiero decir:/ No cambiar de señores/ sino no tener ninguno”. 

Finalmente, aquí y alla, a los problemas de los conectados se suma el de la inequidad digital, que no sólo sigue sin resolver, sino que se profundiza.

9 de mayo de 2014

Reinventar el periodismo: Apuntes para conversar

Los profesores Mariengracia Chirinos (Ucab) y Omar Rincón, director del Ceper

Gracias a la invitación del profesor Marcelino Bisbal, coordinador de los Postgrados en Comunicación Social de la UCAB, estuvimos en Caracas hace unos días para participar en una discusión entre colegas venezolanos sobre la "Recomposición del Periodismo". La jornada contó con la participación del profesor e investigador de la Universidad de Los Andes en Colombia, Omar Rincón. Comparto aquí los apuntes que llevé para conversar.
 

En su libro fundamental, Comprender la comunicación, reeditado por la editorial Gedisa en el año 2007, el maestro Antonio Pasquali incluyó un capítulo final La velocidad y el jadeo en el que destacaba los dos cambios tecnológicos que, en su criterio, impactan con mayor fuerza el ejercicio del periodismo en este siglo: la velocidad en el procesamiento de la información y la capacidad de almacenamiento.

Al preguntarse sobre los desafíos que esta realidad imponía a los comunicadores, Pasquali lo hizo con una interrogante aparentemente simple: ¿En qué difieren los grandes periódicos del mundo y los demás? Para responderse de seguidas: en sus archivos.

Hoy, gracias a las tecnologías de información y comunicación (TIC), no solo hemos ganado acceso a una gran cantidad de información, sino a un conjunto de herramientas que nos permiten procesar un gran volumen de datos de forma eficiente.  Con una computadora de escritorio –decía en ese texto Pasquali– un periodista podría alcanzar la capacidad de memoria de un gran periódico y hacer un excelente periodismo de investigación (o de datos, como le llamaríamos hoy). Obviamente, esto supone una gran formación general y el desarrollo de nuevas capacidades.

En este aspecto, los pensa de las escuelas de comunicación lucen –desde hace al menos dos décadas– absolutamente desfasados.  Hoy se debe enseñar otras cosas, más cosas… ¡y de otra manera! Ahora no solo hay que aprender a leer los textos en sus contextos y a contar las historias con corrección y, si es posible, con belleza. A esas capacidades, tan difíciles de desarrollar, hay que sumarles las competencias para la comprensión, el manejo y la producción de lo digital….incluida la programación, cuestiones que no deberían ser “materia aparte”, sino integrarse a la carrera como eje transversal.  

¿Podemos seguir pensando en escuelas divididas en departamentos de impreso, audiovisual, etc., cuando hablamos de multimedios y nuevos emprendimientos comunicacionales? ¡Hay que conectarlos!

Conectar las escuelas a Internet es algo obligatorio[2], pero también lo es la integración de unas áreas/medios que no pueden pensarse separados cuando las plataformas por las que circulan los mensajes las están juntando. ¿Qué diferencia se consigue hoy entre los portales de algunos periódicos y servicios de noticias como el de la BBC?  Para usar una antigüalla de término, hoy de moda: ¡Están embebidos!
Ganarse la escucha. Omar Rincón en el foro junto a Andrés Cañizález



Cambios en las formas de ejercer el oficio y en las maneras de informarnos

La desconexión, sin embargo, no es sólo tecnológica sino social. Si cuando surgieron la radio y la TV ya nos quejábamos de la obsolescencia de las noticias. ¿Qué podemos decir hoy cuando ciudadanos –y periodistas– somos víctimas de una cada vez más grave infoxicación? En medio del jadeo noticioso, ¿en qué temas nos detenemos, cuáles son los asuntos que importan a la sociedad?

            En este terreno, las TIC nos abren múltiples ventanas a través de las cuales podemos atisbar nuevos caminos que pueden llevarnos a puerto seguro, o bien causarnos extravíos y conducirnos a ningún lado… ¡Aunque a veces perderse haga falta! En todo caso, se necesita un mapa, una ruta. Y esa es la que nos presenta a los periodistas como puente y como canal, como mediador-tejedor de los discursos e intereses de las audiencias que ahora también producen información. Cada día se necesita más periodismo, mejor periodismo.

¿Qué rol estamos jugando los periodistas en Venezuela? ¿De quién o de quiénes somos canal? ¿Tejemos los diferentes discursos y presentamos una malla multicolor o, más bien, nos quedamos con sólo dos ovillos, el blanco y el negro, para presentar un tapete monocromático y de alto contraste? Se afirma que las redes sociales son una nueva fuente y a la vez nuevo medio alternativo de información, expresión y comunicación… ¿Es eso cierto?
Acianela Montes de Oca, Moraima Guanipa y Omar Rincón

He llegado a la conclusión de que podríamos estar desperdiciando –y mucho– la potencialidad que nos brindan tanto medios digitales como redes sociales para escuchar, sopesar y transmitir las múltiples voces que anidan en la red.  Obsérvese que digo podría estarse desperdiciando, no lo afirmo porque tampoco es así. Hendijas se consiguen, pero aun hay brechas por abrir.

En Venezuela, gracias a la polarización política, lo que estamos viendo es la repetición del esquema bipolar hegemonía/contra hegemonía, que tan bien se aviene al antiguo sistema de medios masivo y masificante,  pero que es tan contrario/opuesto al espíritu de los nuevos medios que potencian, no solo la multiplicidad de los discursos –la antihegemonía– sino la interlocución entre los ciudadanos…

 Los periodistas, que hemos estado siempre a la intemperie, hoy, además, hemos quedado al desnudo. Las audiencias nos han quitado la ropa y la voz. Son muchos, cada vez más, quienes dicen: Yo también soy periodista. Aunque eso esté muy lejos de ser cierto y allí haga falta un esfuerzo de formación. ¿Qué estamos haciendo mal? ¿En qué estamos acertando?

Debo decir que me sorprendió una reciente iniciativa digital, supuestamente “innovadora”, que presenta las noticias nacionales, en inglés y español, con base en un streaming de Twitter que se nutre de dos fuentes catalogadas y presentadas en pantalla (de facto dividida) como de oposición y de gobierno. En el portal no se explica cómo se escogieron las fuentes, pero en una lectura diagonal destacan las del mainstream.  Ojalá lo haya leído mal, o que este sea un proyecto en fase beta (como casi todo en este ámbito). En todo caso, lo describo para mostrar un contraejemplo.

Marcelino Bisbal, Mariengracia Chirinos y Andrés Cañizalez.
Cuando se habla de innovación periodística, con uso o por efecto de las TIC, quisiera pensar que se trata de otras apuestas que impliquen más escucha ciudadana, más mezcla de voces, como la que hizo la ONG de derechos humanos Provea los días posteriores a las elecciones del 14 de abril, cuando desmontó la mentira del gobierno en torno a la quema de los Centros de Diagnóstico Integral (CDI), valiéndose de su red de contactos en las ciudades donde supuestamente se produjeros estos hechos.

O el extraordinario trabajo del equipo de investigación del diario Últimas Noticias, que mediante los testimonios y el material grabado por los reporteros ciudadanos puso en evidencia, comprobó y divulgó lo que sin duda fue un homicidio cometido por funcionarios, y obligó al gobierno a pronunciarse.

O la buena noticia del proyecto del Instituto Prensa y Sociedad,  Poderopedia, “una plataforma colaborativa que ayuda a entender las relaciones entre las personas, empresas y organizaciones que se convierten en noticia e influyen en nuestra vida diaria. Usando visualizaciones de datos y tecnología semántica, muestra quién es quién en los negocios y la política

O…claro que hay más. Menciono estas tres para subrayar tres tendencias. El uso de medios y redes digitales para el activismo político; el periodismo profesional en medios clásicos que se vale de los infociudadanos; y las iniciativas profesionales de periodismo de datos.

¿Cómo vincular/cruzar/fertilizar estas experiencias? ¿Las del periodismo de investigación, organizaciones sociales y reporteros ciudadanos?  ¿Qué capacidades hay que desarrollar para que esto se dé con más frecuencia y mayor calidad? Creo que una muy importante es la escucha, pero,  ¿cómo se forma la voluntad/capacidad de escucha?  

¡Es que no hay nada más aburrido que los fijos de los medios, que si no los lees en la prensa, los oyes en la radio o los ves en la TV!  Nuestro oficio tiene un enorme desafío allí, allí donde están fallando los medios tradicionales. No podemos seguir haciendo lo mismo cuando todo ha cambiado.



Dispositivos y formatos
Un selfie con Omar

 En ese mismo texto del año 2007, Pasquali aseguraba que la telefonía celular sería el primer servicio universal de la historia de la humanidad.  Profecía cumplida: La cobertura a escala mundial llega al 95%. En Venezuela sobrepasa el 100%. Y, como constatamos a diario,  a través del celular no solo se habla y mandan mensajes de texto, sino que se oye música, se toman fotos, y si se tiene acceso a Internet, la gente navega, ve videos en tiempo real, se conecta a redes sociales…

Un estudio reciente sobre el consumo de información en EEUU arrojó estos datos:

En el 2010 el 3,6% lo hacía a través del móvil; 22% a través de la PC (Total: 25,6%) y 41% a través de la TV.

Apenas tres años después, en el 2013, 19,8% a través del móvil; 19,5% a través de la PC (Total: 39,3%)  y 38% por la TV. 

La prensa escrita bajó del 7,5 al 4,5 y la radio del 14,9 al 12,1.

Bajó el consumo de radio y de periódicos a costa del celular. Solo se mantuvo la TV, pero también -o porque- cambió.



¿Qué pensar para ese nuevo formato en términos periodísticos? Tenemos un 100% de penetración celular y el 70% de la población conectada es joven.  La brecha digital en Venezuela es grande. Aunque el teléfono sea de los “inteligentes”, la penetración de la banda ancha móvil no llega al 7 %.  Pero esa burbujita, para bien o para mal, hace ruido, se divierte. ¿Cómo sacarle punta?   
En redes sociales se produce una gran conversación sobre los programas de TV, por ejemplo. Desde el sofá, celular en mano, se comparten programas y series. Basta con seguir la tuiterzuela durante un Miss Venezuela, la entrega de los premios Oscar o las cadenas del presidente para comprobar ese hecho.  [Nos quejamos de la hegemonía, pero el presidente se encadena y los infociudadanos también]. Pensar, innovar. Pero primero: Ver/entender qué pasa ahí.

Para cerrar, pienso (al menos por ahora) que la recomposición/reinvención del oficio pasa por un reto de formación en cinco áreas:

  • 1.      La lectura (desde el mi mamá me mima) que además incluya la comprensión –mejor si desde la práctica–  del entorno digital. [Somos lengua].

  • 2.      La escucha ciudadana (diversificación de fuentes, lugarización de la información, periodismo hiperlocal).

  • 3.      El desarrollo de competencias para el manejo de los nuevos dispositivos y la creación de contenido para los nuevos soportes (en un contexto de censura, el humor tiene un gran rol que jugar allí…[El Chigüire Bipolar, por ejemplo, hackea la noticia. No todo da risa, pero se rie para no llorar]

  • 4.      El emprendimiento empresarial (porque los jóvenes se están graduando para trabajar con sueldos de miseria e incluso gratis con la única “retribución” de “aparecer” en los medios).Hay experiencias para mirar.

  • 5.      Las estrategias de seguridad digital (para proteger nuestra privacidad y la de nuestras fuentes y datos, porque los periodistas nunca habíamos estado más expuestos)






[2] En las cuatro universidades públicas que ofrecen la carrera en Venezuela (UCV, LUZ, ULA y UBV) el reto de la adecuación tecnológica es enorme.  Sabemos que en Venezuela la conexión a Internet no sólo se ha estancado sino precarizado. [Y es allí donde comienza la censura a Internet. No en los contenidos, que es la punta del iceberg, sino en la base: en el control del acceso. Pero ese es otro tema]