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6 de octubre de 2020

Medios digitales y periodismo: retos para la democracia en Panamá

Uno de los impactos más notorios de la pandemia ha sido la virtualización acelerada de muchas actividades, incluida la difusión de información a través de los medios de comunicación. En Panamá, la llegada del coronavirus “adelantó todas esas circunstancias que antes no se veían”, resumió el director del periódico más antiguo del país en un webinar convocado para examinar la crisis de la verdad y los retos del periodismo de cara al Covid19.

En ese mismo foro, Rita Vásquez, directora del diario La Prensa, aseguró: “Con esta pandemia hemos corroborado que el futuro de los medios de comunicación está en el mundo digital y hemos logrado lo que hace algunos meses pensábamos que era impensable”. Otros panelistas aseveraron que los productos digitales han tenido un crecimiento sustantivo, al igual que las suscripciones y las audiencias.

Quizás los destinatarios estaban mejor preparados que los emisores. A finales del 2019, la «Encuesta de Ciudadanía y Derechos» del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS) claramente que la mayoría de la población panameña se informaba de los asuntos del país mediante la televisión (90,7%), medio seguido por aquellos en Internet y RRSS (73,5%), canales que progresivamente han venido desplazando a los periódicos (68,5%) y la radio (68,2%).

Los números obtenidos en esta consulta evidencian que existe una superposición en las formas de informarse. Una proporción sustantiva de personas lo hace a través de todos los canales, o mediante una combinación de estos. Internet y RRSS, en general, abarcan un universo de opciones que la medición en esta oportunidad no precisa, pero lo destacable es que ya aparece con claridad en el horizonte del consumo informativo de los panameños.

Debido a la pandemia, este fenómeno ha cobrado una importancia central. De hecho, el domingo 19 de abril de 2020 ningún periódico tuvo ediciones impresas (Saltiel, 2020), pero siguieron informando a través de sus plataformas en línea y redes sociales (en adelante RRSS).

Pero además de la versión digital de los medios tradicionales que comienzan a afincarse en la arena digital, en Panamá también están surgiendo nuevos medios con vida exclusiva en la red que usan intensivamente las RRSS para distribuir sus contenidos. Aunque en algunos portales dedicados a mapear estas iniciativas (SembraMedia y Datéame) solo aparezcan unos diez, en el país ya funciona una Asociación de Medios Digitales (AMEDIPA) en cuyo sitio web se registran más de treinta.

Aún más, existe un conjunto de experiencias que no aparecen en ninguno de los tres directorios, como la revista de periodismo narrativo Concolón; el portal Panamá Oeste, un medio dirigido a informar en exclusiva sobre una zona poco asistida por los medios, o apuestas como Foco o ClaraMente, iniciativas dirigidos por jóvenes, que comienzan a expandir sus canales a partir de sus iniciales apuestas en RRSS.

Estos cambios podrían tener un impacto significativo en la democracia informativa y, por ende, en la democracia política, sobre todo en un país altamente desigual como Panamá, donde la brecha digital —como ha quedado expuesto en medio de la pandemia— constituye un serio problema con expresiones educativas y culturales. Autores como Lugo-Ocando y Harkins (2020) ya han advertido que la brecha digital de acceso ha restringido la tanto la libertad de expresión como de información de vastos sectores de la sociedad.

Aunque pudiese afirmarse que en Panamá existe un alto índice de penetración a Internet, cercano al 70 por ciento, lo cierto es que, de acuerdo con los datos de la Autoridad Nacional de los Servicios Públicos (ASEP, 2019), los panameños conectados podrían describirse como citadinos que usan el móvil bajo la modalidad de prepago. Según datos referidos en el Plan Nacional Estratégico de Ciencia, Tecnología e Innovación 2019-2024 (SENACYT, 2020), solo un 11 por ciento de la población cuenta con suscripciones de banda ancha fija. No obstante, según el último informe de la empresa HootSuite (2019), el uso de RRSS sobrepasa el 55 por ciento.

Estudios a escala global muestran que el consumo de noticias a través de los teléfonos inteligentes se está afianzando. En el contexto panameño, esta tendencia cobra una especial relevancia. Si bien los panameños que habitan en las ciudades pueden tener acceso a estos dispositivos ya las RRSS —donde circula cualquier tipo de información—, estos no tienen la misma posibilidad de conectarse a redes fijas de banda ancha, que son las requeridas para usos más relevantes como los vinculados con la educación.

El surgimiento de medios digitales y el uso extendido de las RRSS tiene al menos dos caras. Puede ser una oportunidad para que la ciudadanía se informe mejor a través de diversas fuentes informativas, o bien ser una vía para que diversos sectores sociales canalicen sus demandas e intereses, sin la mediación de intermediarios. No obstante, también es posible que esta nueva plaza sea contaminada con piezas desinformativas, creando tendencias a favor de intereses opacos que una población con condiciones desiguales de educación sea incapaz de discernir.

En enero de 2018 el Tribunal Electoral de Panamá creó una unidad especializada dirigida a monitorear el uso de medios y RRSS durante el torneo electoral de mayo de 2019 para aplicar las disposiciones del Código Electoral en esta materia. Posteriormente, en junio del mismo año, once meses antes de la realización de las elecciones generales, el organismo electoral lanzó la iniciativa “Pacto Ético Digital” mediante la cual aspiraba a que tanto los candidatos como sus comandos de campaña y seguidores, así como la ciudadanía en general, se comprometieron a no realizar campañas sucias ni a utilizar bots automatizados para manipular la voluntad del electorado.

La iniciativa tuvo efectos positivos y esta unidad pudo detectar el uso de call centers para afectar a una de las candidaturas presidenciales. A través del acuerdo hecho con las plataformas (Twitter, Facebook e Instagram) el Tribunal Electoral pudo establecer las sanciones respectivas, aunque el procedimiento fue largo y complicado en algunos casos (Bin, 2019).

En ese mismo periodo también fue notorio el surgimiento de campañas ciudadanas con expresión política en RRSS como la de # NoALaReelección, mediante el cual un grupo de ciudadanos instaba a no reelegir un conjunto de diputados con varios períodos de ejercicio en sus curules y objeto de denuncias por hechos de corrupción.

Sin querer establecer relaciones de causalidad entre esta campaña y los resultados de los comicios, es preciso subrayar que algunos de esos diputados cuestionados no fueron reelectos y que cinco candidatos por postulación libre obtuvieron curules en la Asamblea Nacional. Asimismo, cabe señalar que uno de los candidatos a la presidencia postulado de forma independiente llegó de tercero en la contienda, superando al candidato del partido de gobierno.

Otro tipo de manifestaciones en RRSS —con reflejo en la “vida real” - se han producido recientemente en el contexto de la pandemia. Durante la primera semana de mayo la etiqueta #SinCarrizoPorFavor, con la que un grupo de personas exigía transparencia en el uso de los fondos públicos en medio de la emergencia sanitaria, ocupó los primeros lugares de los Trending Topic de Twitter. El domingo tres de mayo, la tendencia fue acompañada por un pailazo que se escuchó en amplios sectores de la ciudad capital. En contra de esta campaña surgió otra, con la etiqueta #MovinChantaje, para acusar al movimiento político de ese nombre de presionar indebidamente al gobierno. Según los voceros de ese movimiento, la campaña habría sido orquestada desde la Secretaría de Comunicaciones del Ejecutivo.

En el año 2024, cuando se celebren nuevas elecciones en Panamá, indudablemente tendremos una población mucho más familiarizada en el uso de los medios y canales digitales para informarse sobre los asuntos nacionales. Con ese evento en el horizonte, hay que comenzar a observar este ecosistema de medios y prestar atención a las advertencias que vienen haciendo en torno a la manipulación informativa a través de RRSS. Este tipo de estrategias, ya implementadas en Brasil, Venezuela, México, Ecuador y Argentina, por mencionar algunos países de la región, se desarrollaron de forma incipiente en el último proceso electoral de Panamá.

Estudiar el comportamiento de los nuevos medios y prácticas de comunicación digital que emergen en el país permitiría generar alertas tempranas sobre hechos que pudiesen lesionar la democracia, así como generar también insumos para el desarrollo de estrategias de alfabetización mediática que permiten a los ciudadanos consumir información de manera crítica, así como producir mensajes autónomos que se correspondan con sus necesidades.

Más allá de todo lo deseable, también cabría preguntarse: ¿Cómo fortalecer un sistema de medios que contribuya con la edificación del clima democrático? ¿Cómo sacar provecho de las ventajas democratizadoras de la digitalización? En suma: ¿Cómo preservar el derecho de acceso a la información de calidad como pivote de la democracia?

En medio del webinar que mencionamos al inicio de este artículo, el moderador deslizó una idea alentadora que podría servirnos de guía para una respuesta: “La pandemia ha contribuido a revalorizar el periodismo clásico”. Quizás la fórmula sea esa, simple pero no fácil: volver al periodismo.

Referencias:

LUGO-OCANDO, J. y HARKINS, S. (2020). ¿Es la objetividad, estúpida? Por qué la Revolución Digital ha significado tan poco para la voz de quienes viven en la pobreza en el Sur Global. En Ética global de los medios y la revolución digital: narrativas controvertidas y puntos de vista contradictorios. Abingdon, Oxfordshire: Routledge. (En prensa, manuscrito cedido por los autores).


Publicado originalmente aquí.

3 de febrero de 2011

La comunicación alternativa se desliza a la red

Quienes nos dedicamos al estudio de la comunicación alternativa nos vemos en aprietos cuando acudimos a congresos en el exterior y somos interrogados por nuestros pares sobre el “estado del arte” de este asunto en Venezuela.

Uno de los datos que más gratamente sorprende a nuestros colegas es la gran cantidad de medios comunitarios que existen en el país. Como se sabe, el discurso oficial los promueve como la alternativa popular a la hegemonía de los medios privados.

Lo que más allá de nuestras fronteras poco se conoce es que más o menos así era el asunto en esta Tierra de Gracia hasta el año 2000 y que en la última década, gracias a una clara política gubernamental, emergieron como hongos una enorme cantidad que opera como altavoz gubernamental, práctica antagónica a la tradición alternativa.

Puestos frente a la aclaratoria, nuestros colegas usualmente insisten. Pero entonces, ¿Qué tipo de prácticas sobreviven en ese terreno tradicionalmente ocupado por quienes buscan equilibrios mediáticos, vale decir también, sociales, culturales y políticos?

A falta de mejor respuesta, respondo que mientras el gobierno avanza en la consolidación de su hegemonía comunicacional, en un clima de abierta polarización política, los medios digitales y las redes sociales, especialmente los blogs, Facebook y Twitter, se han venido convirtiendo en espacios para la difusión y activa deliberación de asuntos políticos y sociales, un entorno variopinto en el cual es posible advertir gradaciones, más allá del blanco y del negro al que nos pretenden confinar los extremos en confrontación.

Ello es consecuencia, argumento, de la multiplicación del número de usuarios de Internet que sobrepasa los diez millones. En Venezuela el índice de conectividad pasó del 3.38 % en el año 2000, al 34.67 % en el tercer trimestre de 2010, de acuerdo con las estadísticas de CONATEL. Es el tercer país con más usuarios de Facebook en Latinoamérica, el tercero con mayor penetración de Twitter en el mundo y el que ocupa la primera posición en el uso de este recurso en español. Para el año 2012 se calcula que más de la mitad de la población disfrute de algún tipo de conexión.

A partir de 2007, junto a movilizaciones juveniles de calle orquestadas a través del uso intensivo de SMS, han sido notables las campañas emprendidas en la tuitosfera. La primera de ellas, efectuada en marzo de 2009, fue etiquetada como #internetlujo y estuvo destinada, justamente, a defender la vigencia del decreto 825 que declara el uso prioritario de la red. Posteriormente, se produjo #FreeMediaVe como protesta por el cierre de una treintena de emisoras de radio y en contra del proyecto de Ley Especial contra Delitos Mediáticos, elaborado por la Fiscalía, que finalmente no fue presentado para su discusión en la Asamblea Nacional. A finales del 2010, las acciones legislativas dirigidas a fortalecer la censura sobre los medios radioeléctricos y electrónicos produjeron otras “cibermanifestaciones”.

Al norte de América del Sur, les cuento, comienzan a emerger un conjunto de nuevas prácticas de activismo digital que, como las del norte de Africa, pueden ser descritas -parafraseo a Manuel Castells- como revueltas cogeneradas sin estrategia central. ¿Es esta la figura actualizada de nuestra vieja y noble comunicación alternativa? Aún es pronto para responder. Por lo pronto, el Ministro de Información y Comunicación ya ha manifestado la urgencia de “enfocarse” en la web, pretensión que, sin duda, requerirá habilidades multifocales. Porque al menos que se opte por el desenchufe, como recientemente ocurrió en Egipto, es muy difícil, por no decir imposible, imponer hegemonías en un territorio minado de fisuras.

Publicado en Código Venezuela

27 de enero de 2011

Redes sociales y autocracias:
de la intimidación al bloqueo

Para los gobiernos de tendencia autoritaria la ampliación del acceso a la Internet significa un serio desafío. ¿Cómo censurar las redes sociales y al mismo tiempo mantener una fachada democrática?
Las protestas en El Cairo contra el gobierno del presidente Hosni Mubarak llevaban ya varios días. El 18 de enero un joven de 25 años había muerto tras inmolarse en Alejandría. Tres egipcios más se habían prendido fuego: dos en El Cairo y uno en la zona del canal de Suez. Según observadores, los manifestantes imitaban el comportamiento del joven Mohamed Bouazizi quien, con un sacrificio similar, semanas atrás había desatado las protestas que desembocaron en la huida del dictador tunecino.
El descontento popular y las demandas contra el régimen de Mubarak, con casi 30 años en el poder, venían en aumento. Y por motivos no pueriles. Durante el año pasado se duplicó el precio de los alimentos y existen sospechas infundadas acerca de los últimos comicios parlamentarios: se presume que fueron amañados de forma flagrante.
Tiempos raros estos, la noticia de esta semana -sin embargo- no ha sido los abusos de un régimen autoritario y las protestas en su contra, sino los métodos utilizados por los manifestantes. Según diversos analistas, la escalada del descontento en Egipto fue producto del uso estratégico de las herramientas de telecomunicación en manos de opositores emergentes, especialmente jóvenes, que organizaron, coordinaron y difundieron las convocatorias a través de redes sociales como Facebook y Twitter.
Existen divergencias de criterio en torno al efecto real de los nuevos medios en las protestas populares, como las sucedidas en Irán, Túnez y ahora Egipto, países en los cuales el acceso a Internet es restringido y vigilado. Sin embargo, la opinión más extendida y aceptada es que éstas no funcionan como disparadores si no cuentan con un piso político y organizativo de fondo.
Entre otros, el investigador de la Universidad de Stanford Timothy Garton Ash ha subrayado que las tecnologías de información y comunicación obviamente no provocan cambios por ellas mismas, pero que, en efecto, contribuyen a potenciarlos. En el caso egipcio, un hecho habla por sí solo: tanto Twitter como Facebook fueron bloqueados.
En el año 2008, la penetración de Internet en el país árabe era del 13 por ciento. Al año siguiente casi se duplicó. Según el informe de la organización Freedom House del año 2009, como otros gobiernos de corte autoritario, el egipcio, a la par que ha desarrollado políticas dirigidas a ampliar el acceso a la Internet, se ha ocupado de mantener una vigilancia constante sobre el uso que se hace de sus servicios para la difusión de información política sensible.
Métodos como la intimidación, los procedimientos legales poco transparente, las detenciones arbitrarias y la misma vigilancia a los activistas en línea, constituyen prácticas cotidianas en el país africano. En Egipto no existen leyes que otorguen al gobierno el poder de censurar Internet; por el contrario, la Constitución garantiza la libertad de expresión de sus ciudadanos y la Ley de Telecomunicaciones el derecho a la privacidad. Sin embargo, artículos del Código Penal y de la llamada Ley de Emergencia, en vigor desde 1981, le confieren discrecionalidad para controlar y censurar todas las comunicaciones. Adicionalmente, algunas enmiendas a la Ley de Prensa aprobada en 2006 tipifican como delito el difundir noticias falsas y criticar al jefe del Estado, delitos que, según dictamen de los tribunales, también aplican a los medios en línea.
El 26 de octubre de 2005, el bloguero Abdel Karim Nabil (conocido como Karim Amer), fue arrestado por la agencia egipcia de seguridad acusado de difundir en mensajes anti-religiosos. Fue detenido durante doce días y confiscados sus libros y escritos personales. En noviembre del año siguiente fue nuevamente detenido hasta que el 22 de febrero de 2007, a los 22 años, fue el primer bloguero egipcio condenado a prisión (por cuatro años) bajo los cargos de "insultos al Islam y al presidente”. Posteriormente, agentes de seguridad detuvieron a Abd al-Monim Mahmud, quien permaneció detenido durante 47 días por el supuesto delito de pertenecer a una organización política prohibida. En abril del 2008, la arrestada fue una mujer de 29 años, Isra Abd al-Fattah, acusada de usar la red social Facebook para llamar a una huelga general. Por la misma razón fue detenido en mayo el activista opositor Ahmed Maher.
Como se ve, la ampliación del acceso a la Internet pone a los regímenes autoritarios en una seria disyuntiva; por ello algunos gobiernos, interesados en brindar y mantener una fachada democrática, optan en un primer momento por el acoso y la intimidación a los díscolos usuarios. Cuando ya la espiral se desborda, viene el bloqueo. Esta vez el turno le tocó a Egipto y a Mubarak, pero -sin duda- hay varios más en la lista de espera.
Publicado en Código Venezuela

20 de enero de 2011

¿Cómo tuitean los periodistas venezolanos?

En tiempos como los que corren, en los cuales la privacidad se ha hecho asunto público gracias a la proliferación de medios y redes sociales, al menos un par de preguntas comienzan a despuntar entre los profesionales de la comunicación social: ¿Cuáles son los deberes y límites de los periodistas cuando se expresan en estos medios en tanto simples ciudadanos? ¿Es que acaso sus responsabilidades como informantes públicos les marcan una pauta a la hora de interactuar como gente de a pie?
Las respuestas no son sencillas. Quizás sean hasta imposibles en una época en la que se mueven, al mismo tiempo y con gran velocidad, tantos y tan disímiles elementos novedosos. Lo evidente es que las redes sociales, por su facilidad de uso, han contribuido con la exposición pública de los trabajadores de los medios, no ya como voceros de uno en particular, sino como ciudadanos con opiniones propias que, obviamente, no tienen por qué coincidir con las posturas editoriales de las empresas en las cuales trabajan.
En una situación ideal, no se deberían confrontar problemas, pero -se sabe- una cosa son los intereses de los medios y otra, muy distinta, los de los periodistas. En algunos casos son coincidentes, pero en otros no. Y cuando sucede esto último puede haber represalias contra quienes manifiestan, de manera personal y al margen de los medios que los emplean, opiniones divergentes. Tal fue el caso, en julio pasado, de la periodista Octavia Nasr, despedida de su cargo como editora para Medio Oriente de CNN -en el que tenía 20 años- por haber manifestado en un tuit su pesar por la muerte del gran ayatolá del Líbano Mohammed Hussein Fadlallah.
¿Qué debemos hacer los periodistas? ¿Autocensurarnos? ¿Apelar al uso de un seudónimo para llevar, digamos, una cierta vida paralela con más oxígeno? ¿Es eso ético? ¿Sería esto tolerable por los medios?
Empresas informativas de alcance global como la agencia Reuters, o medios con influencia internacional, como The Guardian, ya cuentan con políticas explícitas al respecto, pero en Venezuela aún es un asunto poco tratado. Afortunadamente vemos como periodistas de diversos medios y fuentes parecieran haber desarrollado, motu proprio y sin guiatura, una manera conveniente y original de desenvolverse en este canal informativo sin mayor protocolo y, hasta ahora, sin consecuencias que lamentar.
En Facebook, por ejemplo, hemos observado que algunos colegas han discutido abiertamente (y con no poca sorna y justificada inquina) asuntos relativos con su precaria contratación laboral, bajos sueldos y malas condiciones de trabajo. Que sepamos, no ha habido ni despidos ni sanciones a causa del ejercicio de esta cuota de libertad. En Twitter, muchos colegas informan dónde trabajan, pero en una búsqueda (apurada, debo confesar) sólo conseguí a uno que en su biografía, especificara, como la productora audiovisual y periodista de El-Nacional.com Angie Rodríguez, que la suya es una cuenta “PERSONAL y no representa al medio en el que trabajo”.
El rastro que dejamos los periodistas en las redes, querámoslo o no, lo hagamos ex profeso o no, genera opiniones que, en algún momento, puede operar a nuestro favor o en nuestra contra. Especialmente si llegáramos a vernos en el ojo del huracán, como le sucedió a la venezolana Andreína Flores, quien actuando como corresponsal de la agencia AFP hiciera una incómoda pregunta al Presidente Hugo Chávez luego del 26S. Como pudimos notar, al hacerse público su nombre de usuario, cierta jauría se dispuso a explorar en su timeline y a registrar sus opiniones para, a partir de ellas, cargarse en su contra por una supuesta “falta de objetividad”.
¿Qué debemos hacer en las redes? ¿Mantenernos como una suerte de seres angélicos sin opiniones? ¿Es eso posible? ¿Dejamos de usarlas? ¿Nos limitamos a tratar temas ajenos a nuestras fuentes profesionales?
Recientemente, en un webinario dirigido por Bárbara Yuste para la FNPI sobre la gestión de la identidad periodística en la red, una joven venezolana recién titulada, pero con varios años de vida digital y cierta identidad ya establecida, preguntó: ¿Es decir que cuando entre a trabajar a un medio no voy a poder ser yo? No hubo respuesta para ella porque, volvemos al principio, no es fácil.
Lo único que podemos deslizar, a falta de mejor consejo, es que resulta una práctica sana el mantenernos a nosotros mismos bajo permanente vigilia. Pensar muy bien lo que escribimos. Y cómo. Cuidar cada tuit, cada actualización en Facebook, cada línea de nuestro blog. Porque somos ciudadanos, sí, pero unos ciudadanos con responsabilidades muy especiales derivadas de nuestra profesión. Y una identidad digital, esto es: exponencialmente pública.
Si algo bueno traen las redes sociales a los medios es audiencia. Y la audiencia necesita conversar, tener un interlocutor del otro lado. Y ese interlocutor no puede ser de palo. Por ello, en relación con las empresas en las cuales trabajamos, lo ideal es reflexionar sobre este asunto, documentarnos con experiencias de otras latitudes y construir una batería argumental que nos permita discutir con criterio propio las normas que trataran de imponerse. No tardan en llegar.
*Agradezco a la colega Estrella Gutiérrez, de la agencia de Noticias Inter Press Service, el ameno diálogo sobre este tema que quedó recogido en esta nota.
Publicado en Código Venezuela.

30 de noviembre de 2010

A propósito de las #LluviasVE

Durante los deslaves ocurridos en el estado Vargas en 1999, una incipiente Internet, que había despegado hacía apenas siete años, y contaba con un magro tres por ciento de penetración, demostró tempranamente las ventajas de su correcta utilización en casos de emergencia. Una década después, con una penetración cercana al 35 por ciento y, por ende, con una población con mayor cultura digital, nuevamente se revela como un excelente medio de información y coordinación ciudadana. Más aún cuando a ella ya se le han sumado las potencialidades y facilidades interactivas de la Web 2.0.

Durante las horas más críticas del pasado fin de semana, vista la multiplicación vertiginosa de información a través de Twitter, la misma comunidad de usuarios fue descubriendo la necesidad de organizarla para hacerla más útil y efectiva. En pocas horas, ciudadanos ávidos de recibir, pero también de ofrecer información oportuna acerca de la tragedia ocasionada por las cuantiosas lluvias, crearon la etiqueta #lluviasVe para concentrar los tuits referidos a la grave situación que se vivía desde el Zulia hasta Nueva Esparta.

Menos de 48 horas después, un grupo de emprendedores y activistas de la web social se articularon y, en menos de doce horas, levantaron un portal con un mapa agregador, un sitio dinámico de participación abierta que va organizando los datos (textos y fotos) proporcionados por los usuarios en tiempo real, lo cual lo convierte, de hecho, en una excelente herramienta de monitoreo.

Según se lee en su página principal, para alimentar el sitio LluviasVE el interesado cuenta con diversas opciones de envío: 1) un correo electrónico a la dirección lluviasve@gmail.com, 2) un tuit con la etiqueta #lluviasve y 3) un reporte en la página web. Pero existe una cuarta opción para aquellos a quienes se les dificulte la conexión a la red: el envío de un mensaje de texto al número 212 con la palabra *lluvias, lo cual tiene el costo de un bolívar (más el básico y el IVA). Adicionalmente, cuentan con una página en Facebook y se coordinan en una sala de Skype.

La velocidad con la que se mueve la red, sin embargo, ocasiona siempre algunos ruidos, como el suscitado con la cuenta de Twitter. Como es natural, un tuitero interesado en el tema se apresuró a tomar el usuario @lluviasVE, con el que claramente se identifica el portal que, en consecuencia, se vio impelido a utilizar uno muy similar @Velluvias. Según informan, sin embargo, ya ambos están en contacto y colaborando.

Un detalle importante, según relata uno de sus creadores, el joven computista y profesor de la Universidad Simón Bolívar Héctor Palacios (@hectorpal), es que antes de aparecer en la página, los reportes que llegan son verificados y aprobados para su difusión por un equipo multidisciplinario de voluntarios de distinta formación, un grupo de jóvenes dispuesto a dar parte de su tiempo y conocimientos de manera desinteresada para construir un insumo informativo que puede ser utilizado libremente y sin costo alguno.

El equipo está integrado además por Illiana Muñoz, Iria Puyosa y Jorge Olivares. El grupo de voluntarios son Carolina Martínez, Elisa Totaro, Estefanía Salazar, Francisco Pérez, Guillermo Amador, Hari Offret, Holanda Castro, Magdalena Boersner, Nadia Goncalves, Naky Soto, Raitme Citterio y Yimmi Castillo.

Una de las utilidades que presta el portal, como adelanta Iria Puyosa, es que los periodistas pueden consultar la base de datos para ubicar sucesos noticiosos por categorías o ubicación geográfica; igualmente, hacer panorámicas de la situación con una fácil identificación de los incidentes registrados. Como en la realidad, en la virtualidad la lluvia (de ideas) tampoco cesa.

Publicado en Código Venezuela

15 de noviembre de 2010

El año en que tuiteamos en peligro

A principios de este mes fue noticia que el joven estudiante de comunicación social de la Universidad Central de Venezuela Cristian Fuentes, usuario regular del canal @Caracasmetro, herramienta creada para monitorear y hacer contraloría social del servicio, fue “retenido” por sacar fotos en el subterráneo. Según él mismo ha relatado, lo que causó su detención fue la posibilidad de que tuiteara las fotografías. Los agentes de la Policía Nacional Bolivariana -declaró a varios medios- “me dijeron que seguramente iba a tuitear esas fotos. Que yo era uno de los que tuiteaba”.
Que sepamos, @bombiro, alias de Fuentes en la red, es el cuarto tuitero que enfrenta los rigores de la represión en lo que va de año. El ocho de julio pasado autoridades policiales detuvieron a dos personas por estar presuntamente involucradas en la difusión de falsos rumores dirigidos a desestabilizar el sistema bancario nacional. Fueron imputados por el Ministerio Público por la supuesta comisión del delito de difusión de información falsa, de acuerdo con lo previsto en la Ley General de Bancos y Otras Instituciones Financieras, que contempla penas de prisión de nueve a once años. Posteriormente, un Tribunal de Control acordó medidas cautelares, de acuerdo con lo que establece el Código Orgánico Procesal Penal.
Lo curioso de ambos casos es que una de estas personas, Luis Acosta Oxford, al momento de ser detenido contaba con apenas 32 seguidores y había enviado 201 tuites, de los cuales solo uno hacía referencia a la situación bancaria; y la otra, Carmen Cecilia Nares Castro, tenía dos meses suscrita a Twitter y seis seguidores. Luego de ser liberada, Nares pidió un derecho de palabra ante la Comisión de Política Interior, Justicia, Derechos Humanos y Garantías Constitucionales de la Asamblea Nacional para protestar por lo que consideró una arbitrariedad.
De acuerdo con una nota de prensa de la Asamblea Nacional, firmada por la periodista Maritza Villaroel, Castro contó a los diputados que una comisión del CICPC había allanado su casa, pues “al parecer buscaban evidencias que me vincularan con el Twitter”. Precisó que le habían pedido “un BlackBerry con conexión a Internet”, pero que les había entregado el único celular que tenía: un Nokia modelo 6236 dañado. Dijo que habían revisado su computadora así como dos pendrive donde guarda los trabajos del colegio, porque es educadora. En la audiencia informó que era miembro del PSUV y que muchos medios de comunicación la habían llamado para que declarara en contra el Gobierno, pero que ella “no se prestaba para eso”. Su abogado cuestionó severamente a la Fiscalía por no haber realizado las diligencias pertinentes que llevaron a su imputación.
Justo dos meses después, agentes del CICPC detuvieron a un trabajador de Corpoelec, el ingeniero Jesús Majano, de 27 años de edad, por supuestamente haber enviado tuites y publicado imágenes que incitaban al magnicidio. Luego de varias horas de detención acusado de haber instigado al odio público, delito tipificado en el artículo 285 del Código Penal, el tribunal 31 de control le otorgó una medida cautelar de libertad con presentación cada 15 días . El 21 de octubre, en el timeline de @majano23, alias del ingeniero en Twitter, se lee: Estoy libre, pero el juicio sigue y debo presentarme aún… El 13 de noviembre, aparece un saludo cariñoso -vía @caracasmetro- a los 35 detenidos por las protestas: “Suerte, muchachos”.
Publicada en Código Venezuela

13 de noviembre de 2010

En tierra de gracia virtual...

Por fortuna, no faltó quien criticara el primer evento TEDx de carácter nacional que se realiza en Venezuela, el www.tedxtierradegracia.org, que mantuvo ocupado el auditorio Tobías Lasser de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuelad durante todo el sábado pasado. Acerbo fue el comentario, muy temprano el domingo, del reputado e injustamente maltratado físico computacional Claudio Mendoza, vía Twitter:

Vamos a hablar claro, el equipo técnico y organización del #TEDxTDG fue bien chimbo. Nunca visto en un evento científico. Digno de la 5a!

Y sí, hubo problemas de organización (debió comenzar a las ocho de la mañana y lo hizo dos horas después) y técnicos (presentaciones que no estuvieron a tiro, como la del presidente de Chocolates El Rey, Jorge Redmond; y un streaming irregular, con deficiencias de audio), entre otros previsibles descalabros de un evento realizado con más ganas que recursos.

Digo que la crítica fue afortunada porque nos permitió revisar y valorar los comentarios entusiastas de quienes agradecieron la apertura de un espacio que congregó una parte del mejor hacer venezolano, experiencias positivas y usualmente invisibles, particularmente aquellas surgidas en nuestras “áreas verdes” y en las maltrechas universidades públicas sometidas al acoso y a la sequía presupuestaria.

Entiéndase por áreas verdes a la provincia venezolana, rótulo acuñado por el físico de la Universidad de Los Andes Luis Núñez para ironizar acerca de aquello del monte y culebras en su vehemente charla sobre Mérida, su Alma Mater, y el valioso empeño institucional realizado a favor de la defensa del libre acceso a Internet.

Faltan caracteres para reseñarlas todas, pero resulta pertinente subrayar que más de la mitad de las ponencias correspondieron a profesores e investigadores de las universidades públicas que es donde se produce, como lo afirmó el profesor Benjamin Scharifker, exrector de la Universidad Simón Bolívar también convocado al TEDx, el 76 por ciento de la investigación que se hace en Venezuela. El dato que lo confirma lo recordó, via tuit, la periodista del área científica Acianela Montes de Oca: Estadísticas ONCTI: la mayoría de los investigadores acreditados en el PPI se concentran en 8 #Unive. LUZ, ULA, UCV, USB, UC, UPEL, UDO, UCLA.

No quiero decir que el cuidado de los detalles carezca de importancia. Pero parece que en las actuales circunstancias, más que un funcionamiento de reloj atómico, estamos necesitando -al menos en principio- de este tipo de convocatorias, reales o virtuales, que nos pongan en contacto, aquí, allá y más allá, con lo mejor de nosotros. Porque como concluyó Luis Núñez en su presentación, recordando a Rubén Blades: ‎"Sí se puede Tenemos con qué. Y lo vamos a hacer". Esa parece ser la apasionada consigna de una extraña pero no pequeña porción de venezolanos.

Publicado en Código Venezuela

28 de octubre de 2009

México: de Twitter al senado

El 29 de octubre de 1969 se transmitió el primer mensaje a través de ARPANET (Advanced Research Projects Agency Network), una red de computadoras creada por el Departamento de Defensa de EEUU para interconectar diferentes organismos del país. El primer nodo se creó en la Universidad de California, en Los Angeles, y fue la espina dorsal de Internet hasta 1989, cuando se crea la World Wide Web. En cuatro décadas es notable el desarrollo de aplicaciones que nos han llevado, del simple correo electrónico, en 1971, al complejo canal de comunicación multidimensional llamado Wave, la última innovación salida de los laboratorios Google, aún en versión beta. Celebramos estos hitos con un texto que celebra la exitosa movilización mexicana por un #internetnecesario y la comparamos con la campaña #internetprioritaria, que realizamos recientemente en el país.
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Un hecho ciertamente notable ocupó la atención de la comunidad internauta la semana pasada cuando se desató una álgida campaña que, convertida en revuelta ciber-ciudadana, logró, en escasos días, escalar la enorme distancia que existe entre el teclado de un mexicano de a pie y el hemiciclo del senado de la República. ¿El motivo de la protesta? La aprobación de un impuesto especial del tres por ciento a los productos y servicios de telecomunicaciones que podrían considerarse suntuarios, entre ellos Internet.

Ni bien se conoció la intención del gobierno, la comunidad electrónica mexicana reaccionó para rechazar la idea e inició una movilización a través de Twitter con la etiqueta #internetnecesario, inspirada -como declaró su impulsor, el profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México y presidente de la Sociedad de Internet de ese país, Alejandro Pisanty- en la campaña similar (#internetprioritaria) que realizamos un grupo de académicos de la Universidad de Los Andes y ciberactivistas venezolanos en marzo pasado con el fin de promover la exclusión de Internet del decreto 6649 que considera su uso como suntuario.

Por ahora, ni en el caso mexicano ni en el venezolano, es menester resaltar, se han logrado todos los objetivos planteados. A pesar de las acciones, no sólo virtuales sino muy “reales” como la entrega al ministro de Educación Superior de un documento suscrito por más de 1500 personas y cerca de un centenar de reputadas instituciones científicas, tanto venezolanas como del exterior; o la audiencia otorgada por el Senado a la comunidad twittera de México, el decreto aquí continúa vigente y el impuesto, allá, aunque al parecer logró detenerse para Internet, sigue amenazando otros servicios de telecomunicaciones.

En todo caso, lo que sí ha quedado demostrado, en ambos contextos, es que una campaña cuyo nicho inicial fue un servicio de microblogging escaló con extraordinaria rapidez hasta adquirir el carácter de noticia -nacional e internacional- en los medios tradicionales lo cual, en el caso mexicano, incluyó unos de mucho peso como el servicio informativo de la BBC y el diario El País, de España.

Y no puede ser de otra forma cuando esta cuarentona, cuyo natalicio celebramos hoy, le confiere a la gente la potencialidad de dialogar, identificar intereses, promover causas comunes y aspirar a ser escuchados. Todo ello al margen del establecimiento -y del mainstream mediático- que pareciera, al menos en nuestras latitudes, no advertir aún lo esencial de los cambios que el paradigma tecnológico ha ocasionado en el ecosistema de medios.

Necesario y Prioritaria

Vale la pena resaltar que, más allá de lo que pudiera resultar crítico o anecdótico, ambas campañas -lideradas en principio por académicos y luego asumidas por la comunidad internauta- se basaron en argumentos racionales, de peso, que demuestran lo contradictorio que resulta impulsar planes y proyectos nacionales y sectoriales de desarrollo económico y social basados en la inclusión digital, mientras se aumentan -como en México- los costos de los servicios de Internet a los consumidores, o se considera el acceso a Internet como algo suntuario, como en Venezuela. Mientras que en México el lema fue: Impulsar, no tasar. En Venezuela dijimos: Prioritario, no suntuario.

Es que para la ciudadanía, para los usuarios, se hace cada vez más evidente que el acceso a Internet constituye una necesidad básica y que es obligación del Estado facilitar e impulsar su uso y apropiación a través de, entre otras políticas, el establecimiento de conexiones de banda ancha que garanticen altos niveles de interacción de datos, voz y video.

Medidas como estas ya son un hecho en países pioneros como Suiza, que a partir del año pasado la asegura a todos sus nacionales, o Finlandia, donde a partir de julio del próximo año la legislación consagrará el derecho universal de acceso a Internet para sus casi seis millones de ciudadanos con un megabyte por segundo. Obviamente, son éstas otras latitudes.

¿Pero qué acciones se pueden esperar en nuestros predios? Aunque en Venezuela se registra un auge en el índice de penetración de banda ancha, decretos como el 6649 -que, como hemos dicho, califica el uso de Internet como suntuario- evidencian un retroceso inexplicable. Un decreto anterior, el 825, fechado en mayo del año 2000, establecía su uso como prioritario para el desarrollo. En México, como vemos, se promueve el criterio de pechar su uso con más impuestos. En esto estamos pares.

México y Venezuela: Las diferencias

Una diferencia entre ambos países, sin embargo, es la reacción del estamento político encargado de elevar una discusión de este calibre -que no es menor, pues se trata del desarrollo de la sociedad del conocimiento- a la esfera parlamentaria.

El diálogo, se sabe, es una calle de ida y vuelta y mientras que en México algunos políticos como Carlos Navarrete (presidente del Senado, coordinador de la fracción parlamentaria del Partido de la Revolución Democrática y promotor del encuentro entre ciberactivistas y diputados) han descubierto el capital de movilización escondido tras la pantalla y tomado nota de las demandas ciudadanas, aquí hemos carecido de interlocutores.

Como ha resaltado el diario El País, el minúsculo grupo que desató el fenómeno social de #InternetNecesario demostró que un movimiento social con puerto de destino claro puede convertirse en un instrumento de comunicación política y rendición de cuentas. Cuando legisladores y gobernantes, agregaríamos nosotros, prestan atenta escucha y atienden los reclamos.

En Venezuela, lamentablemente, el escenario es muy distinto. No mencionemos la polarización política ni la existencia de una Asamblea Nacional monocolor, sino el desinterés que - a pesar de la extraordinaria muestra que constituye la campaña del presidente de EEUU Barack Obama, afincada en redes sociales; de las recientes movilizaciones en Irán, y del componente etáreo de nuestra población, compuesta en su mayoría por jóvenes- muestra la mayoría de nuestros líderes políticos por la “criollosfera”, al menos en términos de interlocución ciudadana.

Sabemos que los usuarios de Internet somos una franca minoría -apenas el 27 por ciento de los venezolanos- y que la política se hace en las calles, no en el ciberespacio. Pero en la Sociedad de la Información -y no es un detalle- las vías ya no son sólo de asfalto o cemento. También las hay virtuales. No está de más, un día como hoy, cuando la red cumple 40 años, y frente a los escenarios electorales que se avecinan, dar cuenta de este hecho que significa, por supuesto, una escucha atenta y no -como ya es posible observar- el mero afán de agenciarse un nutrido grupo de “fans” o “followers”.

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Publicado en Diario de Los Andes

13 de mayo de 2009

Ravell ¿al pie del tuit?

La primera sensación y la que queda: no es el suyo ese espacio. Al menos, así no. Aunque no lo hace mal, a juzgar por la contundente concisión de su primer tuiteo, de apenas 57 caracteres: "Nos meteremos por cualquier rendija que nos dejen abierta" de respuesta a @unocontodo, el primero en romper el hielo para preguntar sobre las alternativas de transmisión del canal después del cierre.

Pero no tardó mucho en revelarse la lógica "difusiva" de la TV. La primera interrogante de la segunda tuitera en salir al ruedo (@Naky) sobre las competencias necesarias para informar por estos nuevos medios, obtuvo apenas un lacónico "En esto estamos", inmediatamente seguido de " Por cierto, esta noche a las 8:00 pm , saldrá un impactante video ... Pon globovisión" cuña con la que obvió contestar una cuestión que la misma @Naky había adelantado. "esta vez no hay telenovelas, ni acervo histórico, es menos simbólico ¿cómo mover gente".

No fue esta, sin embargo, la única inquietud que quedó en el aire. La de @dawarg "¿se ha considerado la idea de "desarmar" al gobierno aplicando al pie de la letra el código de ética periodistico en el canal?" mereció un ilustrativo "llamaré a un amigo o usaré un comodín".

A este punto, la duda que carcomía las pantallas cobró cuerpo en un tuit de @LuisCarlos que generó un curioso protocolo de autenticación: "Ahora los dejo de seguir hasta que sea el mismo Ravell quien twittee". "Dame tu teléfono y te llamo", fue el lance de "Ravell", al que @LuisCarlos ripostó: "enviado mi teléfono por mensaje directo", seguido de :"globovisión no me llamó".
El "espera llamada" de @globovisión concluyó con un chistoso. "Sí, los chicos de producción me pasaron a Ravell al teléfono. Me dijo "que me portara bien". ¿Él? Portarse bien es aburrido"

En el ínterin, @Naky -infructuosamente- siguió en sus trece: "Esta vez no hay telenovelas, ni acervo histórico, ni 50 años, es menos simbólico ¿qué moverá gente por su potencial cierre?", mientras @LuisCarlos azuzaba: "Pero acepte que a veces han pateado los barrios y los cerros con un puntapié, justo como no se debe. Ni eso ni populismo".

Justo en ese momento parece que por allá sonó el timbre: "Como hay cadena, voy a grabar un satélite y vuelvo en un rato...RECREO... el video va después de la cadena".

Intermedio (Entre tuit, retuits y md)

@uraisa Habrá que darle unfollow a globovision para ser los mismos de nuevo? Digo, por un ratico, mientras comentamos
@NSC Tranquila. Puedes hablar de Globovisión en Tw. No perderás a un amigo.
@shuevo Eso de que "contesta inquietudes" es debatible, jajaja. Más bien es "Ravell lanza colección de frases cortas en twitter"
@kudry No se sorprendan si Chávez saca el Vergatario y dice que "está twitteando"...
@LuisCarlos Las aguas vuelven a su cauce. Los medios son los medios y las audiencias somos un micropoder en esta nueva ecuación.
@shuevo Más q"twitteo" con "Ravell", fue un "estudio de mercado" a ver a cuántos twitteros les interesaba lo q "Ravell" tenía qué decir
@shuevo Mala selección del target. Nosotros invertimos en Internet lo que el resto en tele, además, lo producimos: 2.0 rules!
@xxxxxx sorprendida? uno con twitter se divierte barato!

II Ronda

@globovision arranca con un tuit que recuerda viejas consignas: Volví , volví, volví y Chávez sigue encadenado
Insiste @Naky "Esta vez no hay telenovelas, ni acervo histórico, ni 50 años, es menos simbólico ¿qué moverá gente por su potencial cierre?"
Se incorpora NSC "¿Tiene razón Vladimir Villegas cuando dice: " Gobierno y Globovisión se necesitan mutuamente". Yo creo que sí"

Al fin -y por la tangente- @globovision responde a @Naky: " Estamos pasando una telenovela en vivo y en directo pero no sabemos cuando transmitiremos el capítulo final"
Otra de NSC: "¿Es verdad que llega a más audiencia vía La Hojilla que vía su propia señal?"
@fuenteovejuna: Dr. Ravell, ¿alguna vez han recibido propuesta/queja formal de los Comités de Usuarios y Usuarias conformados tras la RESORTE?
Replica @Naky"¿Será más rentable la historia con un "capítulo final"? ¿Confían en ser el nuevo motivo para encender la calle?"
@fuenteovejuna: Twitter sería un excelente canal de diálogos entre periodistas de su planta y los televidentes
Respuesta a NSC: Los chavistas que no ven Globovision nos ven por el canal 8
@carlosjimenez hace la pregunta que más de uno tiene en la garganta: ¿por qué no lees las preguntas pendientes?
Apenas una respuesta para @Naky: No somos mecha ni cañón, y hay escasez de gasolina

Así, entre líneas, y que cada quien saque sus conclusiones... mientras la cadena sigue embalada con un Presidente que divide el sueldo de los maestros entre 2,15 bolívares por dólar. De pronto, entre dimes y retruques, @globovisión dio por terminada la jornada con un: "Chao!! Empezo el programa" al que añadió otra cuñita: En Buenas Noches hablaremos del twitter!

Ya me contarán qué dijeron allí, si lo llamaron "chateo" o no, porque luego de las primeras imágenes del "programa" ¡que comenzó con una faena de toros! no tuve estómago para seguir más nada.

Y cierro este post con el que participé en el tuiteo. "@globovision: Disculpe tan gélida recepción. Nosotr@s no somos así. De suyo esto es una periquera. El silencio impresiona". Luego de concluida la experiencia cabría agregar: la falta de tino también, caray. Así y todo, y esto también hay que decirlo: si cierran el canal, protestaremos. ¡Qué chinazo!, diría @NSC.