¿Qué pasó con los más de siete millones de votos que obtuvo el Presidente Chávez en el 2006? ¿Por qué en el referendo del domingo se esfumaron cerca de tres millones? Responder esta última pregunta parece clave. No en balde la formuló de entrada el mismo Jefe del Estado en el acto de reconocimiento del triunfo del NO a la 1:15 de la madrugada del lunes. Si para el gobierno es importante leer, descifrar este silencio, lo es mucho más aún para quienes salieron beneficiados de él y pretenden, como han dicho, no sólo seguir trabajando para construir una "nueva mayoría", sino por la paz y la reconciliación entre los venezolanos.
¿Por qué el llamado "chavismo" no salió a votar?El Presidente, como es su costumbre, llamó a un programa de TV para proponer un panorama de explicaciones y subrayó como una muy importante un error suyo, el de "haber equivocado el tiempo estratégico de la propuesta".
Varios programas de radio transmitidos por emisoras comunitarias, así como sitios de internet donde prevalecen las voces de quienes se identifican como ciudadanos afectos al llamado "proceso revolucionario", se han dedicado a tejer conjeturas. Sin embargo, en pocos -lamentablemente- hemos percibido un sano interés de revisión, reflexión y autocrítica, más allá de la -por llamarla de alguna forma- "¿ingenua?" percepción de Chávez. Sin duda, esto es una mala señal pues, como consecuencia, no es posible esperar rectificaciones producto del reconocimiento de falla alguna por parte del accionar del gobierno.
En este sentido, nos parecen acertadas las declaraciones de José Virtuoso, directivo de la ONG Ojo Electoral,
http://fondoreforma.blogspot.com/2007/12/en-exclusiva-con-jos-virtuoso-de-ojo.html quien destaca que la reducción de los votos del chavismo demuestra que en las pasadas elecciones del seis de diciembre el pueblo no le dio un cheque en blanco al Presidente y, además, llama la atención de la oposición, que debe entender que ese No "
representará a sectores de la oposición, al chavismo y otros sectores, pero fundamentalmente no los representará a ellos, pues el voto chavista también colaboró con ese triunfo, por votar No o por quedarse en su casa. No pueden interpretar el triunfo como la conformación de una clara opción electoral, porque tienen que trabajar mucho para lograr eso".Otro análisis interesante es que presenta el periodista Claudio Aliscioni en el diario El Clarín de Argentina
http://www.clarin.com/diario/2007/12/03/elmundo/i-02001.htm para quien la posibilidad de que la oposición capitalice este triunfo pasa porque comprenda que Chávez es su propio engendro. Es un dato indisputable -dice- " que el presidente fue el primero en introducir la pobreza en el discurso político local. Basado en planes sociales, montó una red nacional de solidaridades que se expresó en casi una decena de triunfos electorales consecutivos. Un récord que —justo es reconocerlo— no todos pueden igualar. Pero el proyecto chavista está, no obstante, montado sobre cimientos endebles y eso es lo que ahora empieza a crujir. La Venezuela de Chávez tampoco ha aprovechado la renta petrolera extraordinaria para armar una alternancia al crudo, debe importar bienes esenciales que le restan recursos propios, se enfrenta a niveles preocupantes de inflación, y el "socialismo bolivariano" —cualquiera sea su significado— está prohijando nichos de corrupción y negociados (el caso del mercado paralelo de cambios es un ejemplo) que ya despierta antipatías incluso entre muchos chavistas"
¿Cómo interpretar el silencio del domingo? ¿Seremos capaces de escucharlo?
La escucha, ha escrito la académica mexicana Mariflor Aguilar Rivero, si bien es la clave que permite dar forma democrática a las relaciones con los otros, "no se piensa como una obligación del ciudadano, y mucho menos como un derecho…" Sin embargo -agrega- "pareciera obvio que quien asume el derecho de hablar y pretende ser escuchado debe asumir también el deber y ejercer el derecho de escuchar".
En un ensayo titulado Cultura de escucha, condición de la democracia, Aguilar apuesta por un diálogo de escucha, el cual supone "escuchar al otro o a la otra sin anular completamente nuestro punto de vista e integrar sin violencia, si fuera el caso, el punto de vista del otro o de la otra al mío". Es esta escucha activa -sostiene- lo que permite un verdadero aprendizaje y formación, pues "escuchar a los otros es la única manera de ampliar nuestros horizontes, nuestro mundo. Y esto sólo ocurre cuando lo que escuchamos y lo que aprendemos difiere de nuestro punto de vista". Escuchar -afirma- "es el arte de construir las diferencias, arte central para la democracia"
¿Alguien dijo que oír era fácil? Nadie, es verdad. Pero, al parecer, nos toca.
Raisa Urribarrí