21 de febrero de 2011

Internet y la academia: ¿Qué pasa con la red?

Venezuela fue pionera en la conexión a Internet en América Latina. El país comenzó su desarrollo en 1981 a través del Sistema Automatizado de información Científica y Tecnológica (SAICYT) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT), con una base tecnológica X.25, que era la vigente en aquella época. Los usuarios, una ilustre cofradía que no llegaba al centenar de personas, accedían a los servicios, básicamente al correo electrónico, por medio de líneas discadas y módems con una velocidad de 9.600 baudios por segundo (bps).

Casi una década después, en 1990, la red ya alcanzaba un registro de dos mil usuarios. Conectada a Internet a través del JvNCnet en la Universidad de Princeton, a través del protocolo de interconexión TCP/IP, se funda en 1994 la Red Académica de Centros de Investigación y Universidades Nacionales (Reacciun) que comienza operaciones formales en 1995. Eran los tiempos de “Dino”, el recordado servidor del Conicit. Quien tuviera una cuenta de correo bajo el dominio dino.conicit.ve era un adelantado en una época en la que Internet estaba lejos de ser una herramienta de uso cotidiano, como lo es ahora, sino que formaba parte de un imaginario del que llegaban referencias a través del cine y revistas especializadas.

Estamos hablando de los años previos a la invención de la WEB, cuando las búsquedas comenzaban con un gracioso (nos parece ahora) gopher:// en vez de www. ¡Cuánta pasión invirtió la academia venezolana para popularizar el nuevo y poderoso invento!

No obstante, el objetivo de hacer accesible la red a un mayor número de venezolanos sólo comenzó a fraguarse en 1996 cuando, gracias al otorgamiento de siete licencias para la operación de Proveedores del Servicio de Internet (PSI) por parte de la Comisión Nacional del Telecomunicaciones (Conatel), se inicia la explotación comercial de Internet. Puede afirmarse, entonces, que en Venezuela la red entró por las puertas de la academia y que la vanguardia que mostró el país con su temprano desarrollo se debió a científicos y técnicos de nuestras universidades y centros de investigación. La Universidad de Los Andes destacó en ese esfuerzo por ser la pionera, en 1992, con la creación de RedULA. Los nombres de José Gregorio Silva, Edmundo Vitale, Luis Núñez, Ermanno Pietrosemoli y Edgar Chacón, profesores de las Facultades de Ciencias e Ingeniería, ocupan las primeras líneas de esa historia.

En marzo del año 2000 Reacciun -que era una Asociación Civil sin fines de Lucro- pasa a ser administrada por el Centro Nacional de Tecnologías de Información (CNTI), ente tutelado por el recién creado Ministerio de Ciencia y Tecnología. Según declaraciones del primer titular de ese despacho, Carlos Genatios, el CNTI tenía entre sus objetivos dar cumplimiento a lo dispuesto en el Decreto 825, que declara el uso de Internet como política prioritaria para el desarrollo económico, social y cultural del país.

Siete años después, la gestión de la Red Académica Nacional fue asumida por la Fundación Centro Nacional de Innovación Tecnológica (CENIT), organismo adscrito al Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias (MCTI)

En la actualidad, según reza en su portal, Reacciun no sólo interconecta instituciones de educación superior y centros de investigación, sino organismos nacionales dependientes del MCTI. Su espina dorsal (backbone) la componen 4 nodos enrutadores principales ubicados en Caracas, que se sirven de la operadora nacional (CANTV) con enlaces de anchos de banda que van de 34Mbps a 100 Mbps, para el acceso de redes avanzadas; y desde 512Kbps a 100Mbps, para acceso a Internet comercial o global.

Reacciun es miembro de la Cooperación Latino Americana de Redes Avanzadas (Red CLARA) una Organización de Derecho Internacional sin fines de lucro dirigida a promover la investigación, la innovación y la educación mediante el uso de redes de telecomunicaciones. A través ella, la red académica nacional se conecta a otras redes de América Latina con un enlace de 45 Mbps, que a su vez la articula con las Paneuropea Geant2 y la asiática Apan. También dispone de un enlace de 155 Mbps, conocido como Internet2, que la conecta a Estados Unidos.

Se supone que a través de Reacciun los académicos, profesores e investigadores de los diferentes centros de investigación y universidades del país, podemos acceder a velocidades de conexión superiores a las que brindan los proveedores comerciales de acceso a Internet y disfrutar de los servicios de telecomunicaciones avanzadas que exigen nuestras labores. La realidad, sin embargo, es una muy distinta. La pregunta que corre por casa es: ¿Qué pasa con la red? En posteriores entregas trataremos de asomar algunas respuestas.

Publicado en el Diario de Los Andes, 18/02/2011

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