25 de febrero de 2009

Y usted, ¿qué diría? ¡SOS!

Esta noche hay reunión de condominio y el suceso promete. En el transcurso de la mañana me llamaron todos los vecinos para exponer sus razones y causas. Por lo que veo, mi opinión es decisiva. La penútlima sesión, solicitada por la señora del 0A, tuvo magra asistencia. Apenas atendieron la convocatoria cuatro de los seis copropietarios. Por mayoría, sin embargo, se decidió apoyar su moción y “salir” de los gatos. Es decir, de la gata con sus cuatro cachorros de tres meses de nacidos, una familia que vaga por los tres pisos del edificio, consigue puntual alimento en el rellano del último (justamente el que habitan los dos vecinos que no asistieron) y hace “sus necesidades” en el patiecito de los de la planta baja. Aunque el acuerdo se produjo, finalmente el asunto no quedó claro porque -ajá- ¿quién se encargará de eso? Uno de los asistentes opinó que se debía buscar un veterinario para dormirlos, pero otro se opuso con el argumento de que no pagaría por deshacerse de unos animales que no eran suyos ni de nadie. "Ni el condominio debe pagar", sentenció. Que los saquen "ellos". En tono de chiste, la representante del 1A asomó que era mejor envenenarlos. Nadie, afortunadamente, se rió y yo me pregunté en silencio si se estaría refiriendo a los gatos. Lo cierto es que como la reunión ya iba para largo, nos despedimos apurados, con sueño y sin definiciones. Pasados unos días el chamo del 0B, azuzado por su madre y acompañado por una tropa de escolares como él, intentó agarrar y repartirse la camada, pero la extenuante sesión los dejó a todos arañados y sin mascota Así, sin otras iniciativas, fueron transcurrieron las semanas…hasta que la doña del 2A, que además preside la junta condominio, convocó a una sesión con carácter de urgencia porque los dos apartamentos del último piso sufren una grave filtración. A ésta, nuevamente, sólo acudimos cuatro personas e igualmente decidimos por mayoría. Hay que impermeabilizar. Se pidieron presupuestos, se aprobó el más razonable, se repartió la cochina y se exhortó a depositar la cuota antes del viernes porque el lunes empiezan los trabajos. Ahora, los de planta baja se niegan a pagar. No darán ni medio hasta que no salgan los gatos. Para usar un término acorde con los tiempos que corren: ¡estamos polarizados! Esta noche se discute el caso y la vecina del 1A me llamó muy temprano para decirme que, como ella no quiere problemas con nadie, o no asiste o se abstiene de tomar posición. En pocas palabras, me echó el carro. Mientras pienso en cómo afrontar esta batalla sin terminar convertida en víctima -o en victimario- leo este poema de Rafael Arráiz Lucca:

Junta de Condominio

Como en el foro romano en estas reuniones
hay bostezos y diálogos con el vecino
largas intervenciones sobre nudos domésticos.

Como en cualquier ejercicio de la democracia
en estas reuniones se requiere de paciencia:
pormenorizadas historias
sobre la conducta impropia del conserje,
alegatos a favor de un techo para los automóviles,
imposición de horarios al pianista del 4-A,
urgencia de rejas y alarmas en la planta baja,
indicaciones sobre la colocación de la basura
y otras razones de estado que llevan
varias horas de voces y votos para sancionarse.

Como en cualquier congreso, en estas reuniones
las señoras cuidan de sus uñas y buscan
junto a sus maridos al culpable:
es sabido que las comunidades
viven de sus víctimas.

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