“Cuando recibió el doctor Caldera, en el barrio El Milagro solamente faltaba hacer las aceras y asfaltar las calles y las hicieron bien hechas porque, mire, aún se mantienen. Todavía las cosas se hacían con conciencia, se hacían las obras con conciencia, ya después uno ve que hacen una acera y al otro día el agua la está levantando.
Esta iglesia la hicieron en cayapa. A esas cayapas llegaba todo el mundo a trabajar. Cómo sería que esta iglesia costó 900 mil bolívares, porque la mano de obra fue toda de la comunidad. Los materiales los buscaba el sacerdote y los que tenían como dar, pues colaboraban con un metro de construcción. El que no podía, pues trabajaba. Por mano de obra no se paraban. No es como está pasando ahora, que usted llama y no acude nadie.
Yo pienso que aquí los políticos volvieron a nuestro pueblo recibidores de dádivas. Ahora nuestro pueblo no hace nada, sino que está esperando que el gobierno le dé, entonces usted ve que ahora dicen “van a dar bolsas de comida” y en aquello no cabe la gente. ¡Yo no sé de dónde sale tanta gente!
Antes no, antes la gente buscaba sus propias cosas. Hoy donde quiera está la gente pidiendo. Esto arranca más que todo en el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Las becas echaron a perder a mucha gente. Así se pierde el orgullo. Yo a veces digo -y perdone la expresión- que este es un pueblo limosnero.
Antes, la gente si sacaba fiáo pagaba; hoy día no, a veces ni una letra vale, tiene que venir un tribunal a obligarlo a que pague. Antes se cumplía la palabra. Yo soy un poco ruda en esto y siempre critico al gobierno de Carlos Andrés que convirtió a nuestro pueblo en recibidor de dádivas.
Yo perdí una buseta que le había ayudado a comprar a mi hijo menor porque no tenía el fondo de pérdida total. La gente de la asociación le dijo a él que le iban a dar una carta para que se parara en la avenida a pedirle a los compañeros. Yo le dije: un momentico, usted no va a pedir en ninguna parte, usted va a tener su buseta, pero la va a sacar fiada y la va a pagar. Usted no va a ser el primero de mi familia que va a pedir limosna. Y así fue.
El problema es que a nuestro pueblo no le da pena pedir y entonces la dignidad se va…”