Antonio Pasquali no necesita presentación. Basta con decir que su texto capital, Comprender la Comunicación, cuya primera edición publicada por Monte Ávila data de 1970, acaba de ser reeditado –casi cuatro décadas después– por la prestigiosa editorial Gedisa. La vigencia de sus apreciaciones sobre el tema de las comunicaciones es notoria, tanto como la solvencia y la coherencia de su pensamiento a lo largo de 50 años de ininterrumpido desempeño académico y activismo social. En los tempranos noventa, se dio a la tarea de impulsar un Proyecto de Ley Orgánica de Radiotelevisión que les asegurara a los ciudadanos la existencia de medios de Servicio Público, algo que, afanados en obtener ganancias unos, y en promover los gobiernos de turno, los otros, no atendían ni los medios privados ni los del Estado. ¿Podrá dudar alguien de la actualidad de este planteamiento en Venezuela hoy? Invitado por el programa de Comunicación Social de la Universidad Valle del Momboy (UVM) de Valera (Trujillo), en convenio con la Universidad Católica Cecilio Acosta (UNICA), el investigador se refirió ampliamente a éste y a otros temas que se le consultaron luego, en un diálogo que concluyó por correo electrónico con el envío de un manuscrito en el que precisa los principios de un Servicio Radiotelevisivo Público (SRTVP).
Los paraísos no existen
Para Antonio Pasquali la situación es clara: los paraísos no existen, pero sí hay experiencias -como las de la BBC del Reino Unido, la RAI italiana, la TVE española o TV5 de Francia- que demuestran la posibilidad de contar con una televisión de calidad. Es por ello que propone, con el mismo ímpetu que en los noventa, o quizás con más fuerza hoy, la creación de un Servicio Radiotelevisivo Público. Su conferencia en el I Congreso de Comunicación Social para el Desarrollo Humano Sustentable, organizado por la UVM-UNICA, estuvo dirigida a explicar sus principios, los cuales dividió en formales-ideales y específicos-concretos.
Entre los primeros, los formales, mencionó la universalidad, que obliga a la prestación del servicio a todos los ciudadanos, sin distinciones económicas o de distancia geográfica; la continuidad, que refiere a un prestación ininterrumpida (por lo cual no se admite bajo ningún concepto los llamados “black-out”); la versatilidad, vale decir, una oferta elaborada de acuerdo con a las demandas de una audiencia estratificada; y la adecuación, entendida como la permanente actualización de la infraestructura que permite la prestación del servicio.
En cuanto a los principios específicos y concretos, Pasquali señaló tres aspectos claves. El primero es el financiamiento. “En un país democrático el público es un servicio que la colectividad se presta a sí misma con dineros del erario público o de su propio peculio, con la ayuda de un Estado que se limita a garantizarle un financiamiento suficiente y no condicionante; imponerle un pliego de obligaciones cualitativas de obligatorio cumplimiento; a velar por el mantenimiento en ella de la libertad de expresión, el pluralismo y la no-discriminación a agrupaciones políticas, minorías y ciudadanos”.
En ese sentido, “la prestación de dicho servicio público no requiere ni implica la desaparición de servicios análogos prestados por privados, siendo lo ideal-óptimo una democrática y sana convivencia de ambos servicios más los de carácter comunitario”.
En segundo lugar, subrayó que en un país democrático la radiotelevisión pública es “orgánicamente pública” en todos sus componentes: “Un sistema que mezclara servicios estatales, gubernamentales, proselitistas, adoctrinadores o autocráticos con servicios públicos efectivamente respetuosos de todos los principios aquí indicados, daría vida a un híbrido quimérico del que no se conocen antecedentes”. Por ello, “el servicio público” y una “hegemonía socialista” en comunicaciones son antitéticos”.
En último lugar se refirió a la autonomía: “La Radiotelevisión Pública de un país democrático es una institución paraestatal, autónoma, rigurosamente no-gubernamental y confiada a una Autoridad Independiente que no recibe órdenes de gobiernos, cuya primera tarea es garantizar trato igual a todas las fuerzas políticas del país y responder de ello ante Poderes Legislativos multipartidistas, Consejos Superiores del Audiovisual, Presidentes de República o Reyes. En sus instancias directivas deben estar representadas todas las fuerzas políticas del país, sus principales organizaciones científico-culturales y los usuarios del servicio”. Por ello, “al ser abanderada de la libertad de expresión con pluralismo, una radiotelevisión pública no puede florecer sino en democracia”
La Sociedad de la Información
A todo el complejo análisis del sistema de medios masivos hay que sumarle hoy el advenimiento de la informática y las telecomunicaciones Por ello el discurso sobre el servicio público y la democratización de las comunicaciones, asegura el estudioso, se ha hecho mucho más complicado. La centralidad de este fenómeno es tan evidente que la llamada Sociedad de la Información (SI) ha sido objeto de dos cumbres mundiales organizadas por la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (Ginebra, 2003 y Túnez, 2005). Uno de los capítulos de la nueva edición de Gedisa, señala, lo constituye un documento que le requirieron para el primero de estos eventos, y consiste en una especie de vocabulario que intenta poner un poco de orden en la confusión terminológica.
Es en ese escenario (el de las cumbres), asegura el profesor, “donde se evidencia lo que está en juego: lo que busca la industria, la sociedad civil (que de algún modo recupera el discurso del NOMIC, el Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación) y el poder. Porque pueden llamarla SI, pero sigue siendo una Sociedad de la Comunicación, una comunicación manipulada, cercenada”.
Uno de los aspectos centrales de la Sociedad de la Información asociado al concepto de servicio público es, para Pasquali, el costo. Según sus propios análisis, basados en datos del Banco Mundial, la humanidad gasta el 13 por ciento del PIB en el sector. “En el año 2004 la humanidad produjo 36 mil millardos de dólares. El 13 por ciento de esa cifra es algo bestial”.
¿Cuánto nos cuesta la SI?, se pregunta el investigador para responderse:
Aquí las tarifas son escandalosas y agiotistas, a nivel mundial, por eso los hombres más ricos del globo están en este sector. Yo me saqué la cuenta a mí mismo, comencé a calcular lo que me cuestan los dos periódicos, las revistas y los libros que leo, el aparato de sonido con los discos, la TV, la suscripción al cable, la computadora -prorrateada a 7 años-, la impresora, la banda ancha, el papel de la copiadora y lo que termino de gastar mensualmente supera con creces el trece por ciento de mis ingresos. Se promete universalidad, pero el teléfono no está llegando al campo. Lo que ha hecho este gobierno, rebajar el diez por ciento al prepago celular, es escandaloso. La ganancia en prepago es feroz. La empresa le cobra 50 mil bolívares y le saca intereses hasta que la termina. Ud. pagó por delante y le dan sólo 35 o 38 mil bolívares de servicio, el resto son colaterales, pero no tenemos una autoridad que nos defienda.
El control de Internet
En una entrevista reciente Ud. aseguró que a pesar de que esa tecnología es en esencia democratizadora, sus potencialidades se ven coartadas por filtros, controles y prohibiciones…
El poder a veces es prepotente. Nosotros mandábamos a África desde la UNESCO equipitos para radios comunitarias y receptores de radio que cargaban sus pilas dándole a un resorte, como en los juguetes, y eso funcionaba hasta que el coronel de turno se sentía en cuestión porque le habían dicho que por allí se hablaba mal de él. Aquí, más maquilladamente, sucede lo mismo. Ya hay denuncias graves. Se ha dicho que en CANTV hay un responsable de doctrina socialista y que se están instalando plataformas de control. Todo eso viene piloteado de Cuba y debemos recordar que el ministro cubano de la Informática y las Comunicaciones, Ramiro Valdés, fue el hombre que le instaló a Castro la policía política. Cuba lo mantuvo en un escaparate porque fue una figura siniestra y cuando se enfermó Fidel (esta es hipótesis mía), quizás por temor a que la cosa se les fuera de la mano, lo sacaron del closet y le dieron nada menos que este ministerio.
¿Cómo cree Ud. que van a controlar la red?
No lo sé, pero este gobierno es sistemático y le va echar el guante. Ellos necesitan hegemonía, así lo han dicho. Asesorados por los cubanos, saben que eso pasa por eliminar la disidencia y la Internet y el teléfono son, tecnológicamente, instrumentos de libertad.
Instrumentos de libertad para el que tiene acceso a ellos…
El problema es sencillo, si Internet es un instrumento de libertad, pero yo no puedo usarla, aumenta la libertad de quienes la controlan mientras aumenta la dependencia mía. Por eso en Venezuela ni CANTV ni Internet avanzan. A pesar de las promesas, tenemos una penetración del 12 por ciento. Ramiro Valdés declaró que Internet era una invención de occidente para el exterminio de la humanidad. El gobierno había prometido una expansión, pero los cubanos le han dicho cuidado que por ahí viene el demonio. Con el mismo pretexto moralista de la Ley Resorte, nuestros pobres niños sometidos a la pornografía, van a conseguir el argumento para coartarla. Mientras en Chile hay un 36 por ciento de penetración, en Cuba hay un 0,9. Donde su carácter libertario da más miedo es donde más se restringe su uso.
Ud. ha dicho que no debemos hablar de libertad de expresión y de derecho a la información, sino de derecho a la comunicación, ¿Cómo garantizar este derecho cuando la misma tecnología es controlada por el poder, sea éste político o económico?
En países donde no hay suficiente riqueza para que todos los ciudadanos tengan acceso, es un rol del Estado. De un Estado democrático.
Sobre la formación y el pensamiento
La UNESCO, en el mes de junio pasado, hizo público un currículo modelo para las escuelas de comunicación social de los países en desarrollo y democracias emergentes. Hace poco Ud. dijo que había escuelas de más…
En América Latina tenemos 1200 escuelas y facultades de comunicación social. Sobran mil. En Venezuela debemos andar por 20 porque se reproducen como hongos; sin embargo estamos entre los más virtuosos, pues Brasil y México andan por 500 cada uno. Hay que inventar una escuela que sólo reciba egresados: médicos, poetas, filósofos, ingenieros, urbanistas…profesionales que traigan un saber ya adquirido y que la escuela les enseñe a difundir ese saber. Estamos criando unos jóvenes todólogos que no manejan ni las reglas de ortografía. Cubren crímenes, sociales, economía… Tenemos que ir a un periodismo donde el crimen sea narrado por un criminólogo. Yo fui entrevistado una vez por una chica joven, y muy bella, ¡que daba consejos a madres divorciadas! La radio está llena de eso, de gente que habla de lo que les venga en gana, de lo que tienen a la mano, sin ninguna formación.
En cuanto a los investigadores en comunicación ¿cómo se forman hoy?
Hay una gran crisis. No quiero entrar en detalles, pero las instituciones que conozco son inorgánicas. No hay trabajo de equipo, cada quien se dedica a lo suyo y no se sabe muy bien lo que se investiga. Existe un poco de anarquía. Es que nadie está financiando investigación, somos un país cada vez más rústico, que no cree en eso. Cuando yo me dedicaba a ello en la UCV había instituciones públicas que pedían investigaciones serias. Eso se acabó. En general, en el país la estamos pasando mal.
En uno de sus últimos libros, Bienvenido Global Village, Ud. se quejaba de que hoy no hubiera un gran pensador en el campo de las comunicaciones. El filósofo francés Jacques Derrida decía que la filosofía estaba en deuda con la época…
Se está muriendo.
¿Y no hay relevo?
El último gran pensador creo que es Habermas, porque estos filosofetes europeos que salen con una novedad y pasan al comercio, tipo Baudrillard, no sirvieron para nada; lanzaron una idea y ya. No sé. Hay una crisis del pensamiento, una crisis política.
En el año 2007 han reeditado una obra suya de los años setenta… ¿Sigue vigente la teoría crítica para analizar las comunicaciones hoy?
No está en el tope de la popularidad. Conceptualmente no sé quien está arriba y quien está abajo. Hay mucha investigación empírica, poco pensamiento. Habermas es la única mente que sobresale y para mí un poco confusa porque intentó un matrimonio de teoría crítica con pensamiento liberal anglosajón, pero algunas cosas le quedan bien. No he tenido tiempo de pensar en estas cosas; le confieso que estoy devorado por la cotidianidad. Ya no vivo haciendo filosofía, vivo luchando.
Raisa Urribarrí, publicado en el Diario de Los Andes (06-08-07)