6 de septiembre de 2012

Lo alternativo es lo antihegemónico


Comparto la conversación que sostuve con Luis Carlos Díaz, publicada en el diario Tal Cual

Recientemente la profesora Raisa Urribarrí, de la Universidad de Los Andes, presentó su tesis doctoral "La comunicación alternativa en la sociedad de la información: una lectura hermenéutica de la situación venezolana". La hermenéutica es el ejercicio interpretativo necesario para abordar dos fenómenos en crisis y surgimiento, los postulados de la comunicación alternativa frente a los poderes y el florecimiento de una nueva forma de comunicación masiva que empodera a la ciudadanía con herramientas digitales.

Con mi tutora y los tres miembros del jurado.
Para los curiosos de la comunicación social que deseen surfear la ola de la innovación digital, resulta importante guardar espacio para reconocer las fuentes y las deudas sobre los procesos que se consideraban alternativos, urgentes y apasionados. Conversamos con Raisa Urribarrí de este periodo bisagra:  

Hace pocas décadas se hablaba de comunicación alternativa porque el acceso de los ciudadanos a los medios de comunicación era excluyente y costoso. Llegó Internet y parece un tsunami. ¿Qué cambios hubo? ¿Qué elementos de la comunicación alternativa se mantienen? ­

El elemento que se mantiene vivo es la utopía. La utopía de una comunicación democrática. Si partimos de la ya larga tradición de la comunicación alternativa, ésta siempre se ha concebido como un proceso dialógico. A pesar de que los medios que se alzan sobre la red permiten la interactividad y unas mayores cuotas de participación de los ciudadanos en la emisión, que no en la incidencia, a la dupla tecnologíacomunicación la engloba otra dimensión que cualifica esta relación: la política. 
En Venezuela el panorama es bastante claro. Debido al esfuerzo hegemónico del gobierno, dirigido a la cooptación de los medios, la disidencia política encontró en los medios digitales y en las redes sociales un escape, una fisura. En ese nuevo entorno, menos controlado, es posible apreciar la emergencia de voces que bien pudiéramos llamar CONTRAhegemónicas. ¿Es una manifestación de lo alternativo? Quizá no, porque reproduce una lógica binaria de opuestos que se repelen. Quizá lo verdaderamente alternativo sea lo ANTIhegemónico, vale decir "el polílogo", la expresión pública y la incidencia política de las múltiples voces del tejido social, con sus diversos matices. Con su diversidad. Lo dicho: la comunicación democrática que sigue siendo una utopía.

Pareciera que estamos sumergidos en ella y por eso perdemos coordenadas, ¿con qué se come "la sociedad de la información" hoy? ­

Es fácil ubicarse en los extremos y observarla como una moneda incusa, con la misma cara en el anverso y en el reverso.  Pesimistas y optimistas, apocalípticos e integrados, ya han abundado bastante en descripciones benévolas o catastrofistas. A mí me interesa observar el canto de la moneda, ese centro denso que usualmente no se toma en cuenta y que está atrapado entre los extremos. Allí se concentran las prácticas, los usos sociales, lo que los ciudadanos van gestando. Sólo sobre su canto es que la moneda rueda.

¿Cómo entramos a la sociedad de la información? ­

Es un proceso en plena evolución, producto de las transformaciones del paradigma tecnológico centrado en las innovaciones informáticas con énfasis en la generación, el procesamiento, la distribución y la aplicación del conocimiento. Debemos entrar en ella con un esfuerzo comprensivo. Ningún fenómeno se puede aprovechar si no se entiende de qué se trata. Estamos en la prehistoria de este cambio de época. Una época que a mí me gustaría llamar "de la formación" que, en términos hermenéuticos, quiere decir del diálogo y de la convivencia.

El acceso a la conectividad ha sido evolutivo y por efecto de consumo de mercado. ¿Pero qué puede hacer un Estado para promover esa digitalización? ­

En primer lugar, preguntarse para qué quiere promover la digitalización y la conectividad. Parece una perogrullada, pero no. En América latina hemos visto barbaridades, como escuelas donde llegan las computadoras pero no hay electricidad. O, peor aún: no hay agua.

La digitalización de cada sujeto social está llena de historias. ¿Cuál recuerda en la zona andina? ­

La ULA tiene una hermosa y honrosa historia que he vivido en carne propia. En Venezuela los esfuerzos de conectividad comenzaron en el campo académico y mi universidad, con el Consejo de Computación Académica a la cabeza (que acaba de cumplir 25 años), marcó un rumbo importante. No sólo en nuestra institución, sino en el área andina y en las ciudades de Mérida, Táchira y Trujillo donde la ULA tiene sus tres núcleos. Se conectaron profesores, investigadores y estudiantes y eso impactó positivamente el entorno. Sobre todo porque quienes diseñaron y dirigieron esta iniciativa tuvieron claro desde un principio que el desarrollo de la infraestructura debía ser acompañado por la formación. En Trujillo, por ejemplo, a la par de llevar la red a las sedes de docencia e investigación, se abrieron laboratorios destinados a la capacitación de docentes, alumnos, personal administrativo, obrero y comunidad de nuestro entorno.

Durante los años del proyecto hegemónico del chavismo ¿qué adelantos y retrocesos hemos tenido en materia digital? ­

En estos doce años podemos diferenciar dos etapas. La primera del 2000 al 2006, de apertura; y esta segunda, que va concluyendo, de control y cierre. La muestra más evidente de ese cambio lo representa el artículo quinto de la Ley Orgánica de Telecomunicaciones. Cuando se sancionó, en el año 2000, al sector se le consideró de "interés general"; cuando se reformó en diciembre del 2010, volvió a manos del Estado, al ser calificado de "interés público". La estatización de la CANTV en el 2007 es otra muestra. El decreto 825, del año 2000, y el 6649, del 2009, son una evidencia más. De "prioritario para el desarrollo", Internet pasa a ser de "uso suntuario" con ese decreto.  Ese golpe de timón es explícito en el Proyecto Nacional Simón Bolívar. Primer Plan Socialista de la Nación: 2007-2013. El plan de Telecomunicaciones que de él se deriva enrumba a la nación hacia el Socialismo del Siglo XXI; el del año 2000, por el contrario -­lo señala así el texto­- la empujaba hacia la Sociedad del Conocimiento.
Es cierto que la conectividad (cifras oficiales) ha pasado del 4 al 40% en doce años, pero no se ha cualificado. Se da cuenta de muchas conexiones pero con un servicio sumamente precario. La CANTV, que monopoliza la prestación de ADSL, no reinvierte sus ganancias en el mejoramiento de los servicios y eso es grave porque afecta a la mayoría de la población que recibe un servicio de banda estrecha.

Un tema urgente son las universidades y centros educativos, ¿qué se debe hacer en materia digital para dar un salto a la sociedad del conocimiento? ­

He participado en varios procesos electorales como miembro de mesa en escuelas ubicadas en barrios pobres y deprimidos donde falta de todo, desde baños hasta bombillos. El día de las elecciones, sin embargo, esos centros se conectan al CNE y transmiten los datos en línea. ¿Por qué no dejar esos centros conectados? No digo todos, digo un grupo piloto a escala nacional. Lo que hay en Venezuela son programas y proyectos de informatización y conexión desconectados entre ellos. Por acá los infocentros, por allá los CBits... Haría falta definir una prioridad, un para qué claro y, desde allí, formular un proyecto piloto y luego, sí, ampliar, maximizar, de acuerdo con los hallazgos positivos de su implementación. ¿Por dónde más comenzar sino por las escuelas? Pero vemos chamos con canaimitas y maestros con tiza y borrador.   

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