27 de febrero de 2009

Una escuela para aprender a vivir

Al maestro, con cariño


A esta escuela se entra por la cocina. De allí se bajan varios escalones y se penetra en la sala que sirve de set de filmación. Al traspasar una puerta, se sube por una angosta escalerilla que conduce a los estudios y al master de control. Así construyó Pablo Miliani Teleboconó: en medio, en los alrededores, en los sótanos, al fondo, en su casa toda. En ella han vivido y se han formado niños y niñas de todas las edades que han aprendido, no sólo a hacer televisión sino, como bien destaca este viejo lobo de mar, a vivir.

Los objetivos de la Fundación Televisora Cultural Boconesa expresan con transparencia la visión de este venezolano ejemplar. Sus estatutos hablan, en primer lugar, de la responsabilidad social de la iniciativa privada; en el segundo, del impulso a la cultura; en el tercero, de la promoción de la conciencia cívica y de la creación y divulgación del conocimiento local, para –por último– referirse a la creación y operación de la planta de televisión.

Por eso, cuando le pedimos que nos cuente la historia este colegio tan singular –la primera televisora regional sin fines de lucro que vio luz en el país– Miliani, a sus 84 años, no habla de cuando salió al aire la señal, de su cobertura, o de los equipos. No. Frente a un grupo de jóvenes inquietos, que miran todo con ojos de asombro, se acomoda en su mecedora y atraviesa un largo pasadizo temporal para rememorar su niñez y su juventud. Desgrana historia menuda, disecciona anécdotas curiosas y entrañables –que matiza con exquisito humor y gracia– para hacernos ver los verdaderos aprendizajes que tuvo cuando los pantalones aún le llegaban a las rodillas: el valor del trabajo y la humildad.

Esas enseñanzas –dice– “se las debo a mis padres y a mi maestro Máximo Saavedra” y agrega sin ningún tipo de resentimiento, muy por el contrario, con satisfacción: “yo no aprendí a montar bicicleta, no supe lo que eran los patines, para mí desde pequeño todo fue trabajo y ¡cómo lo disfrutaba!”.

A pesar de ser el mejor alumno de anatomía del destacado médico y científico trujillano Pedro Emilio Carrillo http://www.diarioeltiempo.com.ve/edicion_especial/pedroemiliocarrillo.php Miliani no pudo seguir la carrera de medicina porque carecía de recursos económicos. "Éramos pobres, pues" expresa para de seguidas añadir que fue ésta la circunstancia que lo llevó a solicitar una beca para estudiar en la Escuela Naval de Chile. De allí regresó, graduado con honores como Capitán de Fragata e ingeniero en telecomunicaciones, decidido a compartir lo que sabía con sus paisanos.

Sin embargo, no fue en la marina donde se le despertó a este hombre el interés por las comunicaciones. “Ya de pequeño jurungaba los radios y cuando me fui a Trujillo a cursar el bachillerato armé uno para comunicarme con Boconó”. Capitán, piloto, radioaficionado y viajero impenitente –le ha dado la vuelta al mundo en más de una oportunidad– Miliani lo dice con la pasión de quien lo ha vivido para enseñarlo: lo más hermoso de la vida es la comunicación.

[Tomado de: Por Encimita, viaje a algunas escuelas de Trujillo, libro que recoge estampas variadas de un recorrido pedagógico que realizamos con nuestros alumnos de comunicación educativa en el año 2004. La publicamos ahora para sumarnos a la celebración de los 30 años de Teleboconó.]

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