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Usualmente en Venezuela es largo el tiempo que transcurre entre la realización y culminación de un trabajo de grado y la divulgación de sus resultados. Mucho más aún si los autores deciden esperar por la edición en papel y se preocupan por ofrecer un texto, además de riguroso, grato de leer, lo cual supone un esfuerzo suplementario: el despojo creativo del aparato metodológico del que se han servido, pues, como acertadamente afirma Levy Farías, cuya disertación ha provocado las líneas que siguen, “las tesis de grado no suelen ser lecturas amenas”.
La tardanza en publicar, sin embargo, sirve como un indicador sumamente válido para calibrar el valor y la trascendencia de un esfuerzo intelectual que, al menos en nuestro país, no está nunca exento de sinsabores. Tal es el caso de La comunidad en carne propia, una investigación de largo aliento sobre el altruismo y la madurez moral, levantada sobre la biografía de cuatro líderes comunitarios cuyas luchas se desarrollan en barrios caraqueños.
Iniciada a finales de la década de los noventa bajo la tutoría de la doctora Maritza Montero, finalmente el producto de esta indagación -que constituye la tesis con la que Farías obtuviera el doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela- sale al encuentro de los lectores bajo el sello del Vicerrectorado Académico de esa institución.
La exploración en la que se embarcó este científico social, y la manera cómo presenta sus hallazgos, tiene varios elementos importantes que a nuestro juicio merecen ser destacados, más allá del interés puntual que se pueda tener en los terrenos académicos que pisa. En primer lugar, se ocupa de examinar un tema complejo - el altruismo- y opta por hacerlo no sólo desde la perspectiva de los actores menos visibles socialmente, los activistas de las barriadas populares, sino a través de una profunda indagación biográfica que revela, en carne viva, el significado más íntimo de las preocupaciones y desvelos de venezolanos de origen muy humilde dedicados durante buena parte de su vida a trabajar, de forma tenaz, por el bienestar de las comunidades a las que pertenecen.
Los esfuerzos y las acciones de estas cuatro personas: Lourdes Pérez, María Guevara, Ricardo Bolívar y Aníbal Isturdes, como apunta la profesora Montero en el prólogo, son dignas de un estudio en profundidad porque “siendo como todo el mundo, hacen más que todo el mundo y hacen una diferencia en el mundo”. De sus historias de vida se concluye que el altruismo no es algo sobrenatural, sino una “cualidad inyectada a un proceso en el cual se unen vida-trabajo y sentido de la vida y de la sociedad”.
Por otro lado, y no es éste un mérito menor, hay que sumar el hecho de que, a pesar de constituir una prolija y profunda reflexión académica -cuyo apartado de referencias bibliográficas ocupa un espacio notable- estas páginas nos permiten escuchar a los otros con el tono de su propia voz, incluida la del investigador que se deslastra abiertamente de falsas posiciones objetivistas y se muestra, como los mismos “sujetos investigados”, imbuido en el curso vital de una vida que busca su propio sentido y realización.
La comunidad en carne propia es un texto incluso conmovedor, pues expone de manera singular las aspiraciones y aflicciones del venezolano del común, ese que la academia sólo en contadas ocasiones ausculta en pos de su comprensión. Del mismo estilo, nos viene a la memoria un texto editado en el año 2005, Así nos tocó vivir, complemento del estudio Detrás de la pobreza coordinado por el profesor Luis Pedro España del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello. En este libro se recopilan ocho relatos de vida (inicialmente recabados por académicos) convertidos -si cabe el término- en crónicas testimoniales, gracias a la reescritura creativa de un equipo de talentosos escritores y periodistas que dibujaron los rostros de las historias recibidas conservando el anonimato de los informantes reales a quienes, por lo demás, nunca tuvieron acceso.
Sobre este aspecto en particular vale la pena destacar las consideraciones que hace Farías sobre la edición de las conversaciones que sostuvo, en el breve apartado metodológico que funciona como bisagra entre los testimonios y el cuerpo de ensayos en los que éstos son analizados desde las perspectivas teóricas escogidas sobre el altruismo y la madurez moral. Se describe allí el largo, engorroso -y lleno de delicadas aristas- proceso de trascripción que no culminó hasta recibir de los entrevistados su visto bueno y autorización para su publicación. En este caso, al contrario del que mencionáramos en el párrafo anterior, quien recoge y “ensambla” es el mismo investigador con el concurso de quienes, junto con él, asumen la autoría del discurso, uno pleno de riqueza expresiva que no se evapora, como suele suceder, en el tránsito entre oralidad y escritura. Ello, no nos quedan dudas, obedece a la destreza “auditiva” y narrativa del investigador, quien no sólo ausculta/escucha con agudeza la cotidianidad, sino que es capaz de capturar sus detalles y transmitirlos con donosura.
Para culminar esta breve reseña queremos acordar con lo que señala el autor en el prefacio. Aunque la investigación se inició antes de la aguda polarización política que nos abate, la lectura de estos testimonios nos llena de esperanzas pues, a pesar de las adversidades, en sus luchas comunitarias el común de los venezolanos ha sabido poner el acento en lo que une y no en lo que separa. No obstante, en nuestra opinión, algunos párrafos resultan inquietantes:
“Entonces me pongo a pensar si aquí volviera a ocurrir otro 27 de febrero (…) mi miedo no está tanto en que la represión va a ser muy fuerte, mi miedo no está puesto ahí, mi miedo está puesto es en, de aquí para allá ¿qué va a ocurrir? Porque si cada vez que hacen un allanamiento consiguen, dice la prensa, no sé si es cierto, consiguen no sé cuántas pistolas, no sé cuántas granadas, no sé cuantas…y uno sabe que eso no es todo lo que hay (…) entonces dices, bueno, ¿qué puede pasar aquí? [Lourdes Pérez, pp. 43]
Siendo un estudio biográfico, no deja de llamar la atención la bitácora personal que expone Farías. Estudió en un liceo militar, fue maestro de escuela, egresó como educador de la Universidad Simón Rodríguez y obtuvo un doctorado en Ciencias Sociales con una tesis sobre el altruismo y la madurez moral. El, que culmina esta obra mientras ejerce la jefatura de la cátedra de Metodología de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos de la UCV, en algunas de sus líneas también se encarga de hacernos saber que es un venezolano típico de clase media con prevenciones hacia lo religioso, que nunca ha vivido en un barrio, que es hijo único, padre de una sola niña… y que aún recuerda a su mascota, un perrito pekinés de nombre Pirulo.
Como se sabe, en nuestras universidades, a las dificultad para publicar debemos sumarle posteriormente la distribución. Mientras esperamos que Farías cumpla con la promesa de digitalizar el libro para hacerlo accesible a una mayor cantidad de lectores, nos hemos tomado la libertad, con su anuencia, de colocar aquí otros textos suyos que consideramos de interés por su actualidad: Por un giro reflexivo en la “enseñanza” de la metodología, Sobre la incoherencia de los “trabajos” estudiantiles, o la monografía como tortura; y Dilemas morales y servicio comunitario en educación superior, escrito al alimón con Lurdes Da Silva. Huelga decir que recomendamos ampliamente su lectura.
http://www.box.net/shared/z2yd3s168r
http://www.box.net/shared/fq61tx5f2c
http://www.box.net/shared/x116ye28o9
[Farías, Levy (2008). La comunidad en carne propia. Un estudio biográfico del altruismo y la madurez moral en barrios caraqueños. Caracas: Ediciones del Vicerrectorado Académico de la Universidad Central del Venezuela. 361pp.]